En la piel
de los otros

01 sep 2017 / 10:34 H.

No tiene empatía el niño que no comparte sus juguetes con otro que no tiene ninguno, porque no es capaz de ponerse en el lugar de quien quiere divertirse también. No la tiene el que se levanta antes de que amanezca y hace ruido o vocea para que los demás sepan que está despierto y cumpliendo con sus obligaciones: no entiende que tal vez las de los otros empiezan una hora más tarde. El nene que no hace, que no ayuda, que no estudia o no trabaja, el que pierde el tiempo: jamás ha considerado la decepción en los ojos de sus padres. Tampoco tiene empatía tu hermano o tu hermana, por más que su vida, sus prioridades y su nueva familia le sirvan para explicarlo. Tu jefe, que llega a la oficina el último y te obliga a entrar a ti el primero. Tu empleado, que no entiende a qué viene tanta queja por no hacer, por no terminar o pensar que o ignorar. El amante que deja por whatsapp. Los que abuchean escudándose en la muchedumbre. El ladrón que entra en tu casa y mancilla tu vida sin pensar que en la suya podría pasar también. El hombre que se cansa de su mujer y le pega o peor. La mujer que no quiere a su hijo y lo abandona. El asesino. El asesino en serie. El terrorista que atropella de manera indiscriminada en un lugar, qué más da dónde, o que pone una bomba o que se inmola y mata a un desconocido, a diez veinte cincuenta cien mil millones. Pero nosotros —que quede entre tú y yo—, nosotros sí que tenemos, ¿eh?