En la calle y en las urnas

12 may 2019 / 11:18 H.

Ahora nos llega de nuevo el momento, en estos días de urnas en pujanza, aunque padezcamos un escepticismo casi cronificado y la fe otro tanto mermada, de salir a nuestras calles, a los lugares familiares, cercanos, diarios, por donde dejamos transcurrir nuestra vida ordinaria, y se constata esa realidad inmediata y palpable que se respira en los barrios, en los cascos antiguos, en las zonas de la periferia urbana ; y evaluar con templado sentido escrutador, si los servicios prestados por los distintos ayuntamientos que nos administran o nos han administrado, han respondido en correspondencia con lo contribuido por parte de sus ciudadanos, si los sucesivos alcaldes, munícipes y equipos gestores , al margen de ideologías , disciplinas y ambiciones partidarias, han actuado con un mínimo de afecto y apego al ámbito vecinal, a las necesidades más perentorias de sus habitantes, si se han atendido las carencias y quejas acumuladas a lo largo del tiempo, si se han prestado oídos a las distintas asociaciones vecinales, si los recursos y presupuestos de los que se ha dispuesto (suficientes, o insuficientes por una mala gestión) se traducen al menos en algunas mejoras tangibles, equilibradas y priorizadas. Es en entorno municipal, tan preciso y delimitado, donde quizás pueda el vecino, el ciudadano, apreciar y valorar con una mayor diafanidad y concreción, los logros conseguidos, las promesas que se cumplen, los proyectos ignorados, las faltas de diligencia y consecución, o la adecuada planificación de las distintas actuaciones.

Estas próximas elecciones municipales, son precisamente el instrumento que se nos brinda más directo y efectivo, para hacer balance en nuestra contabilidad personal, si los diversos gobiernos municipales han revertido en orden a sus vecinos y entorno natural, toda la confianza que con su voto depositaron en su día.

De nada nos valen a los ciudadanos, así lo pienso, porque personalmente no me inspiran confianza, sino todo lo contrario, esas chapuzas de última hora a las que nos tienen acostumbrados los excelentísimos ayuntamientos, apremiados por la inminencia de las votaciones ; esos parcheados apresurados de calzadas y aceras, la urgente y caótica reposición de mobiliario urbano, la limpieza siempre demorada de jardines y plazuelas y ahora asumida con diligencia y premura, las forzadas visitas y sonrisas en los puestos de los mercados de abastos, la presencia fugaz pero muy sonora en los barrios más deprimidos o conflictivos, y a los que no volverán hasta el albor de las siguientes urnas. En fin, ateniéndonos a Jaén y toda su provincia, esta tierra necesita y se merece más, en cantidad, calidad y respeto, más de lo que se ha tenido hasta ahora.