En el terreno de juego

    23 nov 2022 / 16:44 H.
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    Siempre me ha gustado vivir un Mundial de fútbol, ver a mis hijos coleccionar cromos para el álbum o estar expectantes ante la lista de convocados, sentarnos en el sofá para animar a nuestra selección y, por supuesto, nunca olvido aquel 11 de julio de 2010 en el que mi hijo pequeño, con tan solo un mes, lucía la bandera española para celebrar que La Roja triunfaba en Sudáfrica. Sin embargo, hilos oscuros acompañan a Catar desde que este país fue elegido como sede de un Mundial etiquetado de la vergüenza. Ocho estadios construidos: largas jornadas a más de 40 grados, caídas, paradas respiratorias, más de 6.500 muertes maquilladas como “naturales”, amenazas y retención de pasaportes sin hablar de las silenciadas historias familiares. Un neoesclavismo unido al atentado contra las libertades de mujeres y homosexuales penados con cárcel. Esperemos que la mascota La’ebb, jugador habilidoso con turbante, seña de la cultura catarí, sea recordada por los pequeños como símbolo de unión entre naciones como Naranjito lo fue para nosotros y que el 18 de diciembre, al apagar las luces de los estadios, veamos en qué terreno de juego quedan los derechos humanos sin echar más balones fuera.

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