En el nombre de España
Les confieso que yo tenía claro que la maniobra política de Sánchez y la amnistía, me parecía un hecho radical que en cierta medida rompía el pacto democrático y forzaba el juego de las mayorías hasta niveles insospechados, pero viendo y escuchando, primero, a un grupo de radicales, con una voluntad casi inhumana, diciendo que esto es un “golpe de Estado”; y segundo, viendo las calles llenas de jóvenes (aunque también hay apacibles abuelitas pegando gritos) que desde la mala educación, un lugar clasista y generador de odio y desprecio, apelan a una España de cuento, sin memoria, ni historia, apropiándose de los símbolos y vaciándolos de contenido. Cuando veo a unos jueces que no conocen la más elementales normas jurídicas que reclaman mano dura al infiel y escucho a Carlos Bustelo escupiendo a la cara de la democracia que nos ha costado tanto sacar adelante, a pesar de gente como él y su partido. Cuando veo y escucho todo esto, me doy cuenta que el problema no es la amnistía, ni incluso que Sánchez lo haya hecho de forma radical y poco transparente, sino la falta de cultura, respeto y diálogo... Miedo me da lo que está ocurriendo, porque gente como yo que hemos leído a Marx para hacer nuestras tesis doctorales sobramos para esta extrema derecha. El problema ya no es Sánchez, sino estas gentes y su sentido inequívoco de España.