En el centenario de su nacimiento, a la figura y el mensaje del periodista y escritor Manuel Lozano Garrido, Lolo

03 nov 2020 / 21:06 H.
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Al cumplirse en este año 2020 el centenario del nacimiento (9 de agosto de 1920) del escritor y periodista de Linares (Jaén), Manuel Lozano Garrido, más conocido por LOLO, y a la vista del programa de actos que la Diócesis de Jaén ha preparado hasta el mes de junio de 2021, para destacar las cualidades del que hace diez años fue declarado beato, los escritores y periodistas firmantes nos unimos a la conmemoración y aprovechamos esta grata oportunidad para proclamar la fuerza y el carisma de Lolo, la gigantesca figura de este escritor y periodista de provincias, con una biografía humanísima, que es un imán para quienes tratamos de desarrollar nuestra tarea y ser, como él nos decía a quienes acogimos esta hermosa profesión, amigos de la verdad.

No es fácil encontrar modelos como el de este entrañable Lolo, y lo es menos no intuir ni el más leve abatimiento, o renuncia, o frustración. Todo en él era generosidad desbordante, amor a la vida, compromiso con su fe, y también santidad. Suyo es el conocido Decálogo del Periodista, donde entre otras cosas, hace esta sugerente recomendación que en gran medida le define: “Cuando escribas, lo has de hacer: de rodillas para amar; sentado para juzgar; erguido y poderoso para combatir y sembrar”.

Aunque para nosotros vive Lolo permanentemente, desde luego viven y nos acompañan sus centenares de artículos, donde es fácil descubrir a un periodista y escritor de raza, comprometido y exigente, y han quedado también sus libros: El sillón de ruedas, Dios habla todos los días, Las golondrinas nunca saben la hora, Reportajes desde la cumbre, El árbol desnudo, Bien venido amor, Las estrellas se ven de noche...y otros más que son la mejor carta de presentación para aprender de cada línea de cuanto escribió, soñando siempre con un mundo mejor, desde el altar de su casa de Linares.

Recibió por esta trayectoria decenas de premios literarios y sociales, uno de los más preciados seguramente el título de Hijo Predilecto de su pueblo, Linares, en 1969, junto a un homenaje popular de sus compañeros de pluma, de los periodistas de España, a este periodista “paralítico y ágil”. El periodista y poeta vallisoletano, Francisco Javier Martín Abril, se encargó de destacar con toda rotundidad en aquella ocasión: “No creo que haya otro caso igual en España ni en el mundo”.

La debilidad física de su cuerpo no fue nunca un obstáculo para su quehacer cotidiano, dando continuas lecciones de consciente resignación y de serena esperanza, desde su silla de ruedas, marcando sendas de rectitud con una normalidad admirable, que sobrecoge por la fortaleza de su dedicación y la generosidad de la ofrenda de su dolor convertida en alegría.

Se presentaba a Lolo como referente y maestro de periodistas, así lo escribe uno de sus amigos, el que fuera director del Diario Ya, Alejandro Fernández Pombo, al retratarle: “Periodista de los pies a la cabeza, su estilo personalísimo colgado siempre de la noticia y de la actualidad cotidiana. Y ahí está, como argumento, evidente, el haber llevado la terminología periodística a todos sus libros e incluso a los títulos de algunos de ellos, como Reportajes desde la Cumbre o Mesa redonda con Dios”. De hecho se le considera uno de los precursores del periodismo católico español, amigo de grandes profesionales de su época, como Antonio Montero o José Luis Martín Descalzo, entre otros, que fueron testigos de sus éxitos literarios y admiradores de su figura y sus valores humanos.

Lolo goza asimismo del reconocimiento del órgano profesional de los periodistas, la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), que a título póstumo le concedió en 2012 un diploma de honor de la entidad, entregado por su presidenta, Elsa González, por su “ingente aportación moral e intelectual a la profesión”.

Esto es lo que deseamos proyectar en la feliz efeméride del centenario, con la fuerza de la palabra y la firma de todos los periodistas y escritores que le admiramos, pero sobre todo con la esperanza puesta en que esta verdad se extienda.

En Jaén a 24 de octubre
de 2020

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