Elogio de la derrota y de Ava Gadner

09 dic 2015 / 19:19 H.

Perdemos más veces de las que ganamos, muchas más. Sin embargo somos adictos al primer puesto del pódium. Nos entrenan en la competencia del éxito y desdeñamos el segundo, el tercero y la mera competición. Todas las batallas diarias que perdemos deberían formarnos para dejar nuestra arrogancia en el cajón y sacar la humildad de paseo cuando nos creemos ganadores, pero es difícil porque nos falta entrenamiento. “All or nothing all” que susurraba Frank Sinatra, “todo o nada en absoluto” lo dice un gachón que se creyó ganador, aunque fuera momentáneamente, cuando Ava Gadner se dejaba conquistar. Suerte la suya.

En la disputa electoral, solo hay un discurso ganador, nadie quiere asumir que las cosas se tuerzan o que, definitivamente, no den para más. En estas elecciones, los sondeos son tozudos y muestran una pista de baile con varios perdedores, o no. Conforme suena la música, las posiciones fijas no lo son tanto y se dejan querer. Sí, hay un bailarín principal, un superdotado que cuando todo gira veloz a su alrededor es capaz de no moverse. ¡Qué pare la música! Está escrito que el tancredismo de Rajoy pasará a la historia política española. Nadie podrá negar que los morlacos de la crisis o la corrupción le ensuciaron el traje, pero él, ensimismado en su mundo de retruécanos imposibles, se hizo fuerte a fuerza de no moverse. El rival más débil en su partido afronta unas nuevas elecciones con cartel de ganador. La agilidad no es lo suyo, pisa siempre, pero es infalible en su sencillez de movimientos. Y una mayoría del pueblo español baila con él.

Reconoce que en lo peor de la crisis se explicó mal o no se explicó. Y visto con perspectiva, no engaña porque mantiene ese precepto como línea argumental de su Gobierno. No quiere debatir porque ese no es su terreno, deja los focos para el resto, la agilidad verbal y de argumentación para quien saca ventaja de ella. No es su caso. Su “acción” de campaña, sin duda, fue una colleja a su hijo y las confesiones de sofá, con cojines de por medio, junto al hombre del momento, Bertín Osborne que, aún, no aparece en el CIS para tranquilidad de todos. En esa carrera alocada de los candidatos, postiza y con un punto vergonzante por su impostura por la que, de pronto, quieren abrirse a nosotros y mostrarse cercanos por un día. Codo con codo.

Rajoy sabe lo que puede hacer y para todo lo demás, ahí está Soraya Saénz de Santamaría, papelón el suyo ayer en el debate. Sola ante el peligro. Se ha ganado el derecho a una “Operación Menina”, aunque sea en fábula. A los emergentes hay que reconocerles mucho mérito, Podemos y Ciudadanos animan el baile una barbaridad, su energía, no obstante, en el caso de Podemos, da la sensación que se agota cuando el jurado está a punto de calificarlos, Pablo Iglesias sabe que el partido se le hizo largo. Quizá demasiado expuesto, y solo en su baile al centro. En cualquier caso, llegaron para quedarse y para modular un nuevo tiempo político. Ciudadanos, y su líder Albert Rivera, se saben en un momento crucial y tendrán que gestionar una dulce derrota. En ese baile, ahora que Pedro Sánchez se lo cree, sin embargo, tiene el mismo problema que cuando saltó a la pista: los compañeros que quieren que tropiece... En el debate salió al ataque, le va mucho en juego. Por unos días está bien que dancen por nosotros. “Danzad, danzad malditos”.