Elogio de la amistad

    08 oct 2020 / 18:59 H.
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    El hombre nace y muere en soledad, esa es una realidad incontrovertible, pero para vivir de manera razonable necesita estar acompañado, y además de la familia, qué mejor compañía puede encontrar que los amigos que siempre están ahí para todo lo que sea necesario, aunque haya ocasiones a lo largo de la vida en las que algunos fallan y dejan de ser considerados como tales, quizás porque en realidad no lo eran; además de esto, diversos avatares que pueden suceder y que sería prolijo enumerar inciden en las relaciones interpersonales y pueden obligar a cambiar si no de familia, sí de amigos, hecho que a algunos le suele resultar traumático. Por esa razón en el diccionario existe un verbo bastante desconocido que no solemos usar en el lenguaje común y que sin embargo necesitamos utilizar, se trata de amistar, y aunque no todo el mundo tiene facilidad para conjugarlo sí que la mayoría suele intentar practicarlo cuando le es necesario. Hay personas que se ufanan de tener muchos y buenos amigos y otras que son más hurañas y no dan demasiada importancia a las relaciones sociales, con lo que van por la vida presumiendo de que ellos no necesitan amigos. De estos mejor mantenerse apartado, no por ninguna razón de temor o falta de consideración hacia ellos, sino por cumplir con su voluntad.

    Los niños se relacionan entre sí y amistan de manera natural en su entorno de tal modo que pronto dicen ser amigos de tal y de cual y lo demuestran jugando siempre con ellos, de modo que así conforman un grupo cerrado en el que se sienten cómodos y seguros. Y esos lazos de amistad se prolongan en el tiempo durante toda la etapa escolar, influyendo incluso en el comportamiento de los padres a los cuales condicionan y les hacen relacionarse entre sí, de tal modo que la amistad de los niños consigue que amisten entre ellos. De la etapa escolar quedan algunos amigos para toda la vida, de esos que a pesar de la distancia cuando uno se los encuentra, fluyen los recuerdos comunes de forma espontánea y se siente revivir ese vínculo tan desinteresado y generoso que define a la verdadera amistad. Ya en la juventud se hacen nuevas relaciones basadas en intereses y aficiones comunes que suelen derivar en nuevas amistades y a veces en enemistades profundas. Es entonces cuando se inician relaciones entre personas de distinto sexo en las que es frecuente que el deseo de estar juntos y compartir derive en amor, sentimiento que no excluye la amistad, pero la lleva a un segundo plano. Es frecuente que el deseo por una persona sea compartido por varios amigos y en ese caso puede suceder que se ponga a prueba esa amistad y esta se troque en rivalidad. Las amistades de esta época suelen ser muy duraderas e incluso se extienden a las parejas, de tal modo que en el futuro mantendrán la relación compartiendo momentos gratos entre todos y siendo esa relación la semilla con la que germinen las primeras amistades de los hijos. De todas las etapas de la vida suelen quedar amigos y por desgracia también enemigos. Cada uno de nosotros podría recordar en este momento cuales son los suyos y dedicar un abrazo a los amigos porque ellos hacen que la vida merezca la pena y son algo muy valioso que es conveniente esforzarse en conservar, y un recuerdo agridulce también para aquellos que siendo amigos dejaron de serlo, y valorar las experiencias y los buenos momentos compartidos con ellos hasta que por la circunstancia que fuese llegó la enemistad; en mi caso quizás en algún momento cometí algún error que hizo que ellos se apartaran, y si fueron ellos los que erraron ya no recuerdo ni quiero recordarlo, solo decir que si tuviese una mejor ocasión amistaría de nuevo con ellos porque errar es humano y la amistad es una de las expresiones de afecto más excelsas del hombre ya que es un compendio de lealtad, sinceridad, cariño y compromiso compartidos. Quiero acabar esta reflexión que ofrezco a mis lectores, con un recuerdo muy especial para los amigos que ya se fueron y que por desgracia empiezan a ser mayoría. A ellos les dedico un abrazo y a los amigos que todavía conservo darles las gracias por estar ahí y por seguir siendo depositarios de ese afecto especial que es nuestra amistad. Todos leerán este artículo y sin duda alguna sabrán que a ellos va dedicado. Gracias por estar siempre ahí.

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