Elogio a la experiencia

    17 ago 2022 / 16:00 H.
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    A lo largo de la historia y en distintas culturas, las personas mayores han sido respetadas y consideradas como guardianes de las tradiciones y de la sabiduría. En Grecia nació la gerontocracia, el gobierno de los ancianos que eran reconocidos por su experiencia y sabiduría. En la actualidad, una de las obsesiones de la sociedad es el culto a la juventud, parece que el hacerse mayor cada vez adquiere más valores peyorativos pese a la alta calidad de vida y a las cotas de longevidad de las que gozan las personas mayores. Carl Honoré, creador del movimiento “slow” y autor del superventas “Elogio a la lentitud”, en el que nos invitaba a vivir sin prisas para ser más felices, pese a la velocidad de los tiempos actuales, nos sorprende ahora con “Elogio a la experiencia” un libro en el que sale en defensa de un envejecimiento sin complejos ni estereotipos.

    Al envejecer, crece nuestra inteligencia social, se mejora nuestra capacidad para buscar soluciones a problemas complicados, nos volvemos más altruistas y tenemos más tiempo y experiencia. Todos tenemos que hacer un esfuerzo para hacer ver que la discriminación por edad es inaceptable y vergonzosa, a la vez que denigra y niega el futuro de cada uno de nosotros. Según la OMS, la discriminación por edad se puede comparar con el racismo o la homofobia.

    Aunque es normal que nos preocupemos por nuestra salud, por nuestra familia, por nuestra apariencia, por nuestras pensiones, tenemos que pensar en positivo y saber que también nos esperan cosas buenas en los próximos años.

    Saboreemos cada momento de nuestro presente. Vivamos el envejecimiento como una nueva aventura, como un proceso de puertas abiertas. Busquemos sentido a nuestra vida, nuestra razón de ser, lo que los japoneses denominan “ikigai” y cuyas leyes fundamentales son: mantente siempre activo y no abandones las cosas que amas y sabes hacer, tómate la vida con calma, modera tu alimentación y no comas hasta llenarte, rodéate de seres queridos y buenos amigos, sonríe, reconecta con la naturaleza paseando por el campo y da las gracias y pide perdón cuando sea necesario.

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