Agricultores huérfanos

    08 may 2023 / 09:31 H.
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    Como no podía ser de otra manera volvemos a lo nuestro: votar para elegir a nuestros representantes políticos. Aunque llevamos meses de campaña, más o menos intensa y con el aplauso o abucheo desde las gradas mediáticas y las plataformas sociales es obvio que se presentan los nuevos, los de siempre y los de nunca. Aunque no lo parezca el principal partido de la oposición es la mezcla de hartazgo, desafección e incredulidad que vive instalado en la ciudadanía de este país. Muchos me dirán que ocurre en todo el mundo democrático occidental y es verdad. Otros que tiene que ver con la polarización del espectro político, y también es verdad. Y otros, con lo poco efectivas que parecen las políticas, y tendré que admitir que es, de nuevo, verdad. Si entendemos que la política es hoy por hoy uno de los campos más influyentes en nuestras vidas, tanto en lo público como en lo privado, tendríamos que estar más atentos a qué hacen y a exigirle que hagan, pero es imposible, porque el sistema está hecho para que votemos sin darnos cuenta a qué votamos. Seguramente la democracia tendría que empezar por ser un valor familiar, y exigirnos que sea una verdad por encima de cualquier otra cosa. Pero eso es un sueño que genera muchas pesadillas en la calle de la razón.

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