El verano es una carretera

    03 oct 2025 / 09:21 H.
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    Mi verano es una fotografía a la carretera que cruza el pueblo. Serpentea la muralla medieval cuya piedra, ya ha olvidado las voces de guerras pasadas. Por la noche, en ese camino con alquitrán, sin semáforos corren motos trucadas para sonar más. Por el día, lo atraviesan camiones cargados de remolacha, de paja, de gallinas... Y tractores con enormes dientes de hierro para morder la tierra. Mi familia y yo cruzamos obviando el paso de cebra... es una mala costumbre y calculamos la velocidad y la distancia de esos visitantes temporales con ruedas. Me gusta la vida en el pueblo, porque el tiempo va en tortuga, aunque en mis camisetas se peguen telas de araña como cicatrices de hilo blanco. Uso el buenos días y noches a bastantes desconocidos. He repetido desayuno en la misma cafetería y el último día me han dicho: ¡lo de siempre! ¡Qué alegría! Los veraneantes también somos visitantes temporales. Con las maletas piso por primera vez el paso de peatones y espero al autobús, en la estación que es la puerta del bar. Desde la ventanilla saludo al último tractor que veré antes de llegar a la ciudad. Aunque sé que he escondido el verano, en el pueblo.

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