El valor de la expresión

03 may 2016 / 17:00 H.

La última entrevista de Évole a Otegi ha suscitado numerosas críticas en torno a la libertad de expresión de ciertos individuos. A mi parecer, todo pensamiento humano –y, para nuestra desgracia, también inhumano– está respaldado por el desarrollo, a veces extremo, de diversas ideas. Por lo tanto, ¿qué mejor que conocerlas, siempre que se haga desde el respeto, para tratar de subsanar aquellas actitudes menos lícitas? La libre expresión es por tanto necesaria, a pesar de que la mayoría de las veces nos sitúe ante ideas que preferiríamos no escuchar. Pero a su vez, es esta confrontación lo que la hace tan valiosa, pues nos lleva a tener en cuenta perspectivas hasta entonces impensables, lo que siempre nos orientará hacia la raíz que ha motivado dicho pensamiento, por equívoco y detestable que sea. El problema no está entonces en la palabra, sino en lo que subyace en ella: el egoísmo de nuestras metas o el uso de las herramientas erróneas para alcanzarlas. La clave está en ver dicho ejercicio de empatía como una estrategia de cara a poder solucionarlo.