El último mutis

12 nov 2019 / 11:29 H.
Ver comentarios

Él nació con el arte de la escena en sus venas y era la vela que hacía navegar su alma. Los vientos del destino no le ayudaron para lanzarse a mar abierto en busca del éxito en los grandes teatros. José Bueno Liébanas se quedó anclado a un mostrador como dependiente de “Tejidos Palop”, en Roldán y Marín. Pero, nunca abandonó su vocación aunque solo gozara de ella en cortos vuelos siempre cerca del hogar. Éramos de la misma edad y nos conocimos cuando teníamos 16 años y un corto número de amigos formamos aquel grupo artístico que llamamos “Calderón de la Barca” y que dirigió Elías Riquelme. Pepe Bueno sentía pasión por el arte de la interpretación y decía los textos con énfasis y rigurosidad, cuidando cada matiz del texto y la voz. Recitaba la poesía con total sinceridad y entrega. En aquel entrañable grupo abanderado por la ilusión, en el que estaban cantaoras —niñas ellas— como Chari López, Loli Valderrama y Trini González; cantaores como Pepe Aguilar; un bailaor de la talla de Eduardo Montes “el Jardy”, y actores de carácter como Pepe Bueno, Rafael González, Pepe Rodríguez, Rafael Linares, Juan Valderrama, Paco Mancebón, Luis Martínez y alguno más, yo ponía el humor. Al primero que elegí como pareja para mi número de payasos fue a Pepe Bueno, con él debuté en el añorado Teatro Cervantes allá por 1956. Fue un excelente compañero, pero era demasiado estricto con el guión —que escribía yo mismo— mientras yo necesitaba espacio para la improvisación. Amistosamente, lo cambié por otro Pepe —Pepe Rodríguez Poyatos— que era más maleable para mis salidas de guión. Juntos estuvimos algún tiempo, hasta que decidí colgar la nariz roja. El cuadro artístico “Calderón de la Barca” desapareció, pero Pepe Bueno no se entregó nunca y continuó buscando siempre un camino por donde seguir con su vocación dedicándose con el tiempo a la enseñanza y dirección de jóvenes. Siempre recordé que Pepe fue el primero del grupo que se puso novio formal y que llegó a pedirme consejo de cómo pedirle la puerta a su suegro. Estaba obsesionado e incluso llegaba a ensayar la petición ante el espejo. Con el tiempo, llegó a formar una gran familia junto a Encarni, su esposa. Pepe Bueno falleció el pasado viernes. Hizo su último mutis abandonando el escenario de la vida. Un mutis glorioso que bien merece los mayores aplausos hechos oración.

Articulistas