El terrorismo europeo

25 mar 2016 / 10:00 H.

Sobre las ocho de la mañana del pasado martes, un nuevo atentado sacudía Bruselas. Cuando toca de lleno, cuando alguien a quien se conoce bien te relata la crónica, un escalofrío indescriptible recorre todo el cuerpo de cualquier escuchante. Ha sido mi caso. Al otro lado del teléfono un amigo —testigo y víctima— intenta ponerme en situación. Una explosión abominable hizo añicos los cristales, una onda expansiva, una fuerte conmoción y, de repente, en el suelo, su cuerpo yace en la inconsciencia lanzado contra un banco. ¡Se paraliza el pulso! Apenas si puede abrir uno de sus ojos sin saber exactamente qué es lo que está ocurriendo. Gritos, sirenas, un intenso olor a pólvora, desperfectos y sangre. Busca su móvil, pero no lo encuentra, está herido en la pierna, la gente corre. En aquel escenario de desesperación máxima tardan en socorrerle, se percata de algunos que toman fotos y graban con su móvil. No sé si es que dentro de nuestra actual sociedad hemos convertido en prioritario la constancia tecnológica del hecho y relegado a un segundo plano la ayuda humanitaria. Finalmente, ese amigo que relata la tragedia rompe a llorar justo cuando alguien de las fuerzas de seguridad le tiende la mano. Sólo pide ponerse en contacto con su familia, pero las líneas están bloqueadas, se hace imposible establecer cualquier tipo de comunicación. Calla y padece. El doble atentado se produjo este mismo martes, con 30 víctimas y más de 230 heridos, reivindicado —era de suponer— por Estado Islámico. ¡No!, ninguna muerte tiene justificación, por más que se mate nombrando a un dios. No existe mayor paradoja —ni para Oriente ni Occidente— que declarar una “guerra santa”. Nos hemos convertido en depredadores de nosotros mismos pero debemos seguir en la lucha, dura y persistente, contra quienes pretenden destrozar la humanidad. Nuestro mundo cada vez se asemeja más a un sistema operativo informático en el que se filtran sistemáticamente todo tipo de virus con el fin de destruirlo. Nuestro más eficaz antivirus seguirá siendo abogar por la paz, aunque el transitado aeropuerto de Zaventem ya quedará para siempre en nuestro recuerdo como otro de esos lugares “bendecidos por Alá”.