El “single”

05 nov 2019 / 09:34 H.
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No importa la edad para ser feliz, al igual que compartir pareja ya no es imprescindible para llevar una vida solitaria elegida a conciencia. No cabe duda de que el vocablo “single” se ha integrado en la sociedad por la vía opcional y la vía circunstancial. La gente que vive sola no para de aumentar, el hogar unipersonal anima a no juzgar a la ligera este estilo de vida. Como todo en la vida, se ha convertido en una vía directa a ser feliz. Puede apetecer tener pareja, pero eso no significa, que quien prefiera no tenerla resulte ser un egoísta recalcitrante, o que no desarrolle afectos de forma racional. Es un error pensar que todo el mundo está estructurado para un objetivo programado, el que es leal a sí mismo y no le importa el qué dirán, se independiza emocionalmente de cualquier situación en la que se vea forzado a tomar una decisión no deseada. Hay que sentir lo que hacemos, si queremos descubrir que la realización personal va ligada a la satisfacción última de nuestras prioridades, que pueden ser por ejemplo, no crearse nuevos compromisos y no tener así nuevas preocupaciones. Quién no ha pasado en la vida por una relación que se rompe y termina por meter en el cuerpo el miedo a fracasar en futuras relaciones. El “single” está estrechamente ligado a la idea de no perder la libertad, por eso anula el nivel de exigencia que impondría una relación firme para toda la vida.

El horizonte va más allá de mero círculo de familiares o amigos, lo que suscita no sentir la soledad como una lacra social. La clave con la que se mueve un “single” no es otra que la atmósfera íntima que crea a su alrededor, declina ser cargante y lo último que pretende, es incomodar con su presencia en actos públicos o reuniones familiares, eso no quiere decir que eluda establecer puntos de concomitancia con personas que le sean agradables por razones de afinidad o simpatía. La invisibilidad es su compañera metafórica y literal, con ella halla la calma que define su naturaleza social. El “single” es una persona valorada por sus virtudes y ausencia de defectos notorios y le hacen gracia frases como: “El amor cuando no muere mata”. Viaja con gente inteligente y educada que le descubre vías ignotas de conocimiento. A veces da la impresión de que no tiene carácter ni agallas para hacer lo que de “motu proprio” ha desechado realizar. Quizá la mayoría peque de “petophilia”: apego excesivo por las mascotas, pero entonces compensa su conducta con la solemnidad con que realiza sus actos. Es corriente en los “singles” limpiar la mala conciencia de episodios oscuros del pasado y asentar su rica personalidad en generar debates de amplio espectro. Quizá sean los más preocupados por inducir un sentido crítico a una sociedad anestesiada y privada de revertir valores sociales que no priorizan en recuperar espacios solidarios alejados del puro análisis economicista. El “single” vive un proceso de formación y transformación personales, de ahí que viva el desapego de la vida social, a la que siente más que nadie porque le preocupa lo que suceda. Por esa razón, ni se está quieto ni se calla, prefiere manifestar abiertamente y sin injerencias ajenas sus opiniones y sensaciones. La ansiedad no le preocupa, ni le quita el sueño, porque piensa que su compromiso con la sociedad no está por encima del interés general, paradojas nobles de la vida.

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