El silencio de Camus

31 may 2016 / 10:00 H.

Cuando Albert Camus recogió el Premio Nobel en el Estocolmo de 1957 recibiría duras críticas debido a su silencio sobre de la Guerra de Argel, algo que fue considerado por la intelectualidad como una actitud impropia de un autor de su valía, que además era de procedencia argelina. Sin embargo, Camus sería tajante con su respuesta, pues el Frente de Liberación Nacional Argelino estaba luchando contra el ejército francés a través de medios tan cruentos como el bombardeo de los tranvías en los que la madre del escritor solía viajar. Así, Camus concluyó que, si la justicia era aquello, él prefería a su madre, pues no estaba dispuesto a asumir semejante crimen en nombre de una felicidad hipotética prometida por una ideología. Tras un progresivo distanciamiento con la intelectualidad comunista, incluso sería acusado de simpatizar con la derecha. Pero en realidad, de lo único que podemos acusar a Camus es de haberse dado cuenta de que, si justificamos cualquier sacrificio humano como una necesidad histórica, no seremos más que otros cómplices de semejante barbarie.