El roce hace el cariño

22 jun 2020 / 16:50 H.
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Por muy comprensible que se quiera ser, hay que reconocer que los partidos de fútbol a puerta cerrada, sin público, resultan un poco insípidos, aburridos. Es el roce el que hace el cariño y las normas de la nueva convivencia no permiten este acercamiento. Hay que aceptarlo así porque es un bien para la salud de todos. Otra cosa es que, desde hace casi dos años, Andrés Rodríguez, ha hecho desaparecer todo contacto —y sin que la pandemia tenga algo que ver en ello— de los aficionados con el que fue su club de siempre y parece alejarse de ellos dejándoles la impresión de que no tienen afectos en común y que ellos, para el presidente, son meros clientes, consumidores de aquello que a él se le ocurra ofrecer. No es que Andrés Rodríguez haya destruido el presente y el futuro del Real Jaén, que empezó a fraguarse hace mucho tiempo, pero está consumando su desaparición de la manera más lamentable. Es verdad que la base sostenible de todo club es la economía, pero sin afectos, sin lugar para la ilusión, sin que existan fuertes lazos de unión y lealtad entre sus socios y dirigentes, un club no puede llegar muy lejos.

En 1958 conocí al primer presidente del Real Jaén, con el que tuve una entrañable amistad. Fue Manuel Millán López, un arquitecto jiennense perteneciente a una familia muy querida y admirada en nuestra ciudad. Manuel Millán tomó las riendas del club porque su condición de jiennense le exigía este sacrificio. Dedicó toda la pretemporada a realizar personalmente una suscripción pública a beneficio del club. Yo publiqué en Diario JAEN un chiste elogiando su labor y él me invitó a participar en uno de los programas que realizaba en Radio Jaén. Era un hombre de una empatía admirable que sabía ganarse a las gentes. Desde entonces, conocí y tuve buena amistad con otros muchos presidentes, como Diego Sánchez del Real, Pedro del Pino, Antonio Horna —otro delicioso encantador de masas—, Juan Bautista, Martín Ochoa, José María Carrasco y Antonio Ruiz hasta llegar a los “siete magníficos”, que cubrieron una buena etapa de la historia del Real Jaén, repartiéndose la Presidencia, siendo el primero de ellos en ocuparla Amadeo Pérez Garrido.

Amadeo, que había jugado de portero en la Liga de su tierra, Granada, era un empresario ubicado en nuestra ciudad. Un hombre modesto, simpático, que proyectaba buena imagen y caía bien a la gente y fue por lo tanto un excelente presidente. En aquellos tiempos, la convivencia entre la plantilla era de auténtica hermandad, algo que se dejaba notar en el ambiente y gustaba a la afición. Otros dos magníficos que ocuparon la presidencia fueron Narciso Pérez Gómez y Joaquín Cortizo, que sería el que lograría el ascenso a Segunda.

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