El primo Carlos

27 may 2016 / 17:00 H.

Natalia no soporta a Andrés. “Papá, no puedo más. Llama al abogado. ¡Quiero el divorcio!”. “Pero, ¿a qué viene eso?”. “Papá, ¿tengo derecho a ser feliz?”. “Pues claro, hija. Tu madre y yo lo ansiamos fervientemente. ¿Y por qué no lo eres?” “Porque no quiero a mi marido”. El padre se encoge de hombros. “¿Y qué?” “¡Papa, por Dios! ¿Es que no lo entiendes? ¡Quiero a otro!”. “¿Y qué?”. Natalia sale del despacho dando un portazo. Rompe a llorar al bajar las escaleras y huye despavorida adonde nadie la vea. Don Romualdo no se inmuta. Deja que la hija se refugie en la intimidad. Don Romualdo es diputado del Partido de Sagasta por Jaén. Enriqueta, la madre, que escucha el portazo desde el salón, sube a interrogar al marido. Enriqueta no es diputada, ni del Partido Liberal, pero sabe hacer croché. Tiene más de cien mil olivos en Martos y es devota de San Eufrasio. “¿Qué le ocurre a nuestra hija?”. “Nada grave. Se tranquilizará pronto”. Andrés y Natalia vinieron de vacaciones al palacete de sus padres, al final de la calle Arquitecto Berges. Don Romualdo hace un envío de urgencia a la Secretaría del Congreso. A la hora de la cena Natalia llega al comedor radiante. Está feliz, arrolladoramente feliz. Bromea con Andrés. Andrés sonríe orgulloso y satisfecho. Parecen dos niños. Natalia se siente, y es, la mujer más bella del mundo. “Gracias, papá”, ha susurrado a don Romualdo al besarlo. La tata de Natalia estuvo por la tarde en la cocina para hacer el plato preferido de la niña. “Estamos orgullosos de ti, hija. Por cierto, he invitado a mi sobrino Carlos a pasar una semana en casa. ¿Qué os parece?”. La noticia agradó a todos. La tata no quiso que Natalia se casara. “Y para qué te casas, mi niña, ¡con lo bien que estás aquí!”. Había entrevisto una complicidad y un entendimiento muy especiales entre aquellos dos primos desde que eran pequeños. Era bonito verlos. Pero lo de ahora no le gustaba. Y la tata solía tener razón. Los padres, sin embargo, gozaban viendo la felicidad de su hija. “Gracias, papá”, había dicho Natalia.