El primer regalo

02 dic 2019 / 09:16 H.
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La maquinaria de mi organismo empieza a dar avisos de que necesita más de un repaso para tratar de ponerla a punto. Cada día cuesta un poco más pasar la ITV de la vida. Mi miastenia se rebeló un poco el último mes y me ha dado unos días complicados. Se hacía inevitable tomarse un descanso y centrarse en que la enfermedad no se salga con la suya, al menos sin lucha. He echado de menos el contacto diario con mis amigos lectores pero regreso con ilusión especialmente porque lo hago precisamente al comienzo de diciembre, el mes que, por influjo de la Navidad, más ilusión, fantasía, magia, amor y solidaridad ofrece de los doce del año. Diciembre está considerado, además, como el mes del regalo.

Precisamente ya he tenido el placer de recibir el primer regalo de diciembre de manos de mi amigo José Rojo Palau, una persona especial, nacida en 1948 en Moral de Calatrava (Ciudad Real) y que, después de estar residiendo por motivos profesionales en varias ciudades españolas, decidió junto a su esposa, Paqui, poner sus plantas definitivamente en nuestra ciudad, donde ha sabido hacerse querer y respetar. El regalo que me hizo fue un disco, que fue presentado el pasado viernes, en el Museo Provincial, donde José Rojo, acompañado a la guitarra de otro José Rojo, su hijo, ofrece un puñado de cantes flamencos que forman un precioso ramillete de expresiones profundas de una singular forma de sentir el arte flamenco, que ha sido la gran pasión de toda su vida y a la que él se entregó únicamente de manera amateur.

Este disco, “Mi cante y el tiempo”, colma una de las grandes ilusiones de José Rojo padre, máxime cuando está acompañado por la guitarra de un joven maestro como viene demostrando desde hace muchos años que es su hijo. Y no sólo ha sido a mí a quien José ha tenido la gentileza de ofrecerme el regalo de su hijo, sino que este escogido recital flamenco es un hermoso regalo para todos los aficionados al cante hondo, que tendrán la oportunidad de recrearse en la deliciosa manera que tiene José Rojo al decir una malagueña, una granaína, una petenera o un fandango. Siendo íntegramente sincero, mi salud me aconsejaba unos días más de descanso, pero esta oportunidad de hablar de mis amigos y tocayos los Rojo, me ha animado a ponerme otra vez ante el ordenador para expresar mi agradecimiento y felicitarlos con toda el alma.

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