El mal ejemplo de la mala política

Cuanto daño hace la mala política y cómo se empeñan los políticos en insistir en ello. Viene a cuento por las palabras de Irene Vallejo cuando escribe: “Divididos por la espiral de ira, hijos de la hipérbole, creemos que solo nuestras normas permiten avanzar, mientras fuera de ellas imperan los intereses, las mentiras y las turbias complicidades. Nosotros tenemos ideas; los demás, ideología”. Me recuerda cuando la Iglesia decía: fuera de la Iglesia no hay salvación. Ambos grupos, políticos e iglesia, cometen el error de potenciar un Nosotros excluyente, ansioso de poder e incompatible con una concepción razonable de la democracia, que no es otra cosa que admitir la alternativa de ese poder. Y como cantaba María Isabel: antes muerta que sencilla, o sea, antes muertos que compartir el poder que solo a Nosotros nos pertenece. Sólo mis políticas son las buenas. Sólo mis normas éticas son las correctas. Sólo mis pactos son positivos para la unidad de España. Para eso recurren a más altos poderes: Dios, voluntad del pueblo (lista mas votada, aunque eso dé igual). Iglesia y política se reparten el pastel del poder y de los privilegios, dejando fuera a los demás. ¡Que mal ejemplo antidemocrático es esa mala y excluyente concepción del poder!