El lenguaraz

26 abr 2023 / 09:32 H.
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El autocontrol es difícil para el que piensa que las leyes no se hicieron para él y no responde ni moral ni legalmente por sus acciones. Incurre en el vicio de irse de la lengua y, digo yo, que el lenguaraz debería meterse la lengua donde le quepa después de ser imputado por presunto adultero y tener pendientes una treintena de imputaciones más. Debería de dar ejemplo cuando los que lo siguen son devotos evangelistas que lo adoran como a un dios. Sugiero no seguir los dictados de extremistas que ponen en la picota las bases del Estado de derecho, que se lo pregunten sino al estilo de vida parasitario del líder que se presenta ante los suyos como víctima después de degradar el sistema democrático, y lo ha hecho con el único fin de alimentar la rabia populista que ha de impulsarlo de nuevo al poder. No debemos llevarnos a engaño y ni tan siquiera mostrar sorpresa cuando oigamos decir al que no se muerde la lengua que la suya no es una causa de la justicia sino un caso de persecución política. A lo que aspira el que no se muerde la lengua es a seguir desacreditando las instituciones con tal de mantenerse en el poder. El lenguaraz no necesita dialogar ni aliarse con nadie, es un mentiroso que no acepta la crítica de la oposición pues es un narcisista patológico que se siente vacío y solo busca el poder, por eso transmite una sensación descarada de impunidad después incluso de su tormentosa presidencia. No valora las consecuencias derivadas de sus palabras o acciones. Aunque pueda resultar disuasorio para algunos lectores este artículo de marcada índole política, lo cierto es que no puede ser ajeno a ella, porque política y sociedad van de la mano, la una no puede existir sin la otra y menos si están en boca de quienes quieren demonizarlas. Disuadirlo de su error y que reconozca que ha obrado mal, es una empresa imposible que tiene sus riesgos porque existen líderes capaces de convertir los asuntos judiciales en un espectáculo circense dirigido a una base electoral muy polarizada que degrada las instituciones hasta el punto de asaltarlas. No podemos actuar como si no hubiese pasado nada, que se lo pregunten sino a Putin, Trump y un largo etcétera de autócratas que sacrifican la democracia y hablan incluso de guerra civil. Podían aplicarse a ellos el contenido de lo que critican a quienes le llevan la contraria, no lo hacen porque están poseídos de una “verdad y una razón” falsas con las que prometen el paraíso sin pasar por las urnas. Los trumpistas no creen en más dios que su líder, ni en más desafío que el que plantea el “honesto” Trump que se siente superior a los demás y se cree por encima de la ley a pesar de todos los casos de corrupción que tiene a sus espaldas. Está imputado entre otras causas por: perjurio, soborno, malversación y prevaricación, complicidad con el Kremlin en la elección presidencial, abuso de poder e incitación a la insurrección en el asalto al Capitolio. Se apoya en el control que tiene sobre los senadores republicanos y en el ejército de abogados que tiene a su disposición. Pero, aun así, y después de cincuenta años de turbulencias con la justicia, no ha podido evitar entrar como imputado en un tribunal de New York. ¿Puede significar esto para el que no se muerde la lengua, el principio del fin de su carrera política y del espíritu de un movimiento populista que tal y como me temo, puede llegar a sobrevivirlo?

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