El imperio de los ismos
Puestos a sufijar, sufijemos. Indica la RAE que este sufijo (ismo) forma sustantivos que suelen significar doctrina, sistema, escuela o movimiento, también actitud, tendencia o cualidad. En años pasados y en los recientes, de presunta maduración democrática, sobre todo en el ámbito político y en los distintos medios de comunicación, se viene reduciendo y manejando, adherido a los apellidos de aquellos gobernantes que se han significado de alguna manera, pero siempre con una carga peyorativa contra aquél que ha ostentado algún poder que no satisface al oportunismo de otros muchos. Del franquismo al sanchismo, una historia mágica de España, podría haber titulado este capítulo, el desaparecido Sánchez Dragó. Después, y una vez metidos en divertimentos semánticos, se puede aventurar que asistiremos a la aparición del feijismo ayusado, del yolandismo sumarísimo, del pedrismo incautado. Los populismos, los buenismos y demás altruismos, no entran en la hipótesis, que por lo visto están mal vistos. Pero, vamos a lo nuestro, que es lo que de inmediato nos importa: el jaenismo. Y ahí entran los supuestos expertos en interiorismo, a decidir sobre el millanismo conocido o el gonzalismo prometido.