El idioma ninguneado

    09 dic 2020 / 16:20 H.
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    Nuestro idioma nació en La Rioja. Gonzalo de Berceo en el convento de Millán de la Cogolla se entretuvo, con la beatífica paciencia del Santo Job, a componer palabras de la raíz latina. Aquella labor ingente dio como resultado a que hoy la fabla castellana, o idioma español si lo prefiere, a que más de seiscientos millones de criaturas repartidas por medio mundo escriban y hablen un idioma que tanta sabiduría aportó a Miguel de Cervantes, Lope de Vega, San Juan de la Cruz... No lo quiero dejar como nota a pie de página y con letra menuda, que cuesta trabajo leerla. Jacinto Verdaguer fue un monje del monasterio de Montserrat al que envidio por su perfección castellana. Viene esto a colación para sacarles los colores a aquellos desvergonzados políticos que quieren arrinconar a nuestra habla en el rincón de los olvidos. Limitar o coartar en los centros educativos catalanes el conocimiento de nuestro idioma universal me suena a una broma pesada, o tal vez una tomadura de pelo inaceptable en este país. A esa caterva cavernaria de ninguneadores o reformadores del idioma lingüísticos les pondría un esparadrapo en la boca para que se callaran de una vez. Es peligroso llevar a la picota este bello idioma, al que debemos amar con todas nuestras fuerzas.

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