El Güito

    21 nov 2022 / 17:03 H.
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    Sobre la tarima, sonó un golpe enorme y seco: el modelo se había desplomado ante el asombro del alumnado de la Escuela de Bellas Artes madrileña. Era la primera hora de la mañana cuando el profesor, primer curso del Natural, Francisco Soria Aedo se acercó al caballete de Antonio Pedrero para comentar el dibujo traducido fielmente de aquel modelo fibroso y esbelto que permitía la lectura de toda su anatomía con absoluta nitidez: “El Güito”, tres años menor que el luego soberbio pintor zamorano Antonio Pedrero, a la sazón, con no más de dieciocho años. Gitano, hijo de una vendedora de lotería, nacido en el barrio del Rastro y la gran figura que Madrid aporta al flamenco, bailaba en modestos tablaos. Magro sueldo para vivir y pagar los estudios en la academia de Pilar López, donde acudían también Antonio Gades y Mario Maya. Años de máximo estrés: baile, clases, pose de dos horas diarias en la Facultad de BB.AA. llevaron al joven bailaor a un agotamiento concluido con aquel enorme golpe que, de pronto, sacudió a toda una clase y hoy, a cinco días del flamenco en Andalucía, se me acerca el recuerdo del bailaor y la interpretación de su farruca, posiblemente la mejor de cuantas he visto bailar.

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