El gatopardismo

29 mar 2023 / 08:55 H.
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No existe el escenario ideal para los cambios inoportunos. “Para que todo quede como está, es preciso que todo cambie”, frase gatopardista que hace referencia a la ascendente burguesía que aspira al poder absoluto excluyendo al pueblo de un pacto que nunca acabará con la desigualdad, la pésima redistribución de la riqueza o con el dilema público-privado. El sentido práctico me dice que tiene que avanzar la justicia y la libertad en este examen crítico de la historia de un modelo político donde existen los buenos y los malos y solo uno de ellos puede sobrevivir a costa del otro. Está claro que así nunca aprenderemos a coexistir como personas civilizadas que miran por el bien general y no por el provecho del poder gobernante. Dotaría a la sociedad de un dinamismo que se ha perdido por culpa del maniqueísmo que no entiende de grados intermedios y se ciernen en lontonanza a tiempos de censuras, de arrestos preventivos, de silenciar al artista y al opositor que se manifiesta en contra del líder autocrático. ¿Y en ese clima de inestabilidad cómo podremos combatir otra pandemia u otra crisis financiera si no generamos como país un crecimiento sostenido por empresas y el conjunto de los trabajadores? Conviene mirar por el interés público y no exclusivamente por los beneficios empresariales. En tiempos de crisis, estaría bien tributar en tu país, no despilfarrar el dinero recaudado y minar el obsceno mapa que conforman los paraísos fiscales donde las personas más ricas y las grandes empresas llevan sus capitales. Pasamos por un tiempo de carestía provocada por precios elevados y donde la inflación en su conjunto, arruina y hace desaparecer del consumo a un sector fundamental de la sociedad como son las clases medias y medias bajas. La posibilidad de atemperar la volubilidad de la economía en tiempos de desesperación, con una mezcla de sensibilidad y voluntarismo sincero que evite males mayores, sería una manera justa de dar ejemplo y no jugarnos un “todo por nada” nuestra identidad de país. La política no puede fiarse de los populismos que quieren jugar con cartas marcadas y con reglas impuestas con las que quieren someternos. Todos somos las personas más importantes de este mundo, pero lo cierto es que somos personas importantes por el hecho de que tenemos obligaciones que cumplir como la de asegurarnos un espacio tranquilo donde la comunicación sea fluida y veraz y donde podamos disfrutar de un bienestar físico y mental para asumir la tarea de defender los valores que representamos en un mundo complicado de entender.

La prudencia debe ser la regla general en lugar de la excepción. Cambiemos el lema gatopardista, pero no para que todo siga igual, sino para que lo que hagamos, cambie para mejor nuestras expectativas de futuro.

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