El futuro es pasado

    23 ago 2023 / 09:02 H.
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    El verano muestra claramente la ruptura de la ciudad con la naturaleza. El cemento expulsa a sus habitantes. Al atardecer, los parques como espacio de naturaleza capturada llenos de árboles y chorros de agua con los que refrescarse, son ocupados por los juegos de niños y niñas y personas mayores con sus andadores sentados en los bancos. Unos a otros se observan con complicidad reciproca porque ambos son controlados, para su protección, por mujeres. Estas cuidadoras favorecen que la ciudad no quede vacía. Atienden a quienes no pueden huir del agresivo asfalto. Personas mayores que no han tenido hueco en los planes de sus familias, niños y niñas que no sabrán este verano tampoco que es un amanecer en una playa. En los parques, al atardecer no hay consolas, solo menores mojándose en las fuentes de madres inmigrantes que decidieron venir a España para darles un alternativa mejor a su futuro. El verano no parece que sea el momento para tener claro un futuro, pese a ser el propósito que toda persona se marca cuando se distancia de lo diario. Vivimos en una interpretación sesgada del “carpe diem” del poeta romano Horacio. El estilo de vida actual busca que vivamos al día sin considerar que podrá ocurrir mañana. Perdemos de vista el contexto de lo que nos sucede como civilización y modelo político. La falta de reflexión sobre “el por qué” y no solo “el qué” acontece contribuye al final de la democracia. Desde aquí, África es ese sitio del que provienen personas migrantes, un decorado de película o un espacio de aventura vigilada para quien puede pagarse ese turismo. Nadie se ha parado a pensar en que puede determinar nuestro futuro como Democracias.Estamos en un contexto geográfico y sometido a una lógica geoestratégica. Tras el golpe de estado en Níger contra de los intereses y derechos humanos de la Ciudadanía de ese país, hay un fin que no está en África sino en el modelo neoimperial que se está gestando en el mundo y del que Rusia quiere tener un papel como potencia junto a China. Desde 2020 ha habido seis golpes de estado en cinco países de la misma franja central de África. Malí,Guinea,Burkina Faso,Chad,Sudan.Ahora Níger. Es una zona de recursos y materias primas básicas para el desarrollo de la nueva revolución industrial y el cambio de modelo especulativo del capitalismo de la información. No puede sorprender que el grupo armado Wagner esté presente en al menos tres de los nombrados y pretenda dar apoyo al golpe de estado en Níger. Nada es gratis, es a cambio de la concesión de explotaciones de los yacimientos de materias primas, cuya exportaciones podemos garantizar a donde llegarán junto al enriquecimiento de los gestores del proceso. Esto no es nuevo, es nuestro pasado. Se trata de eliminar el orden y las reglas del juego acordadas tras la segunda guerra mundial. Usar un “paraejercito” para crear un marco de relaciones internacionales distinto esta fuera de cualquier lealtad internacional. Paralelamente crean conflictos armados, se financia a quienes, desde dentro, contrarios al modelo democrático pretenden eliminarlo. Así, mantienen a las opiniones públicas y a sus gobiernos distraídos y débiles ante el cambio de poder geoestratégico. Finalmente, habrá que pararse a pensar en la estrofa de la canción de grupo Lori Meyers: ¿Qué puedo hacer para mejorar mi mundo que es mi realidad? Están aún a tiempo.

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