El Festival de Eurovisión

    24 may 2025 / 09:27 H.
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    Una vez más, la actualidad obliga a reescribir este artículo. El Festival de Eurovisión ha sido este año escenario de un lamentable espectáculo de manipulación política. El protagonismo de Israel, en pleno conflicto con Palestina, convirtió el certamen en un escaparate de intereses espurios. Resultaba inevitable recordar aquella célebre escena de El Padrino, en la que, mientras se celebra un bautizo, se desata una brutal masacre. Así, mientras sobre el escenario se entonaban canciones y se lanzaban mensajes de hermandad, en Gaza resonaban las bombas. El poder siempre busca más poder, y si es absoluto, mejor. Cualquiera que se atreva a criticarlo es tachado de enemigo. Ahí están los ejemplos de Trump y Netanyahu, dos líderes que han hecho de la arbitrariedad su principal herramientas de gobierno. El fin justifica los medios, y al disidente se le elimina sin remordimientos. A este juego se ha sumado con entusiasmo el tándem PP-Vox, que no ha dudado en instrumentalizar incluso los resultados de Eurovisión con tal de atacar a Pedro Sánchez. La última ocurrencia y disparate: responsabilizarlo hasta del puesto que obtuvo la representante española. Eurovisión ha terminado por convertirse en un campo de batalla de los poderosos, muy lejos de aquel espíritu de unión y fraternidad.

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