El espíritu... del odio

Nunca he creído en el espíritu navideño, pero respeto la ilusión y el amor —momentáneo— con que muchos ciudadanos lo viven. Sin embargo, este año abordamos estas fechas con un espíritu generalizado de hostilidad, de odio, de terror. No puede ser de otra forma cuando en estos días los bienpensantes, categoría en la que nos encuadramos la mayor parte de los humanos, excluidos los recalcitrantes radicales de uno u otro signo. Resulta complicado tener la cabeza libre de prejuicios racistas y violencias en una situación como la que nos movemos: intentos de golpes de Estado en Perú y Alemania; compra de eurodiputados (socialistas) por los qataríes; persistencia de los ataques rusos a Ucrania con ayuda de los iraníes... Todo, provocado por el odio y la locura y aumentados por la “sinrazón” que hace extraños compañeros de cama rusos e iraníes con nazis alemanes, árabes ricos comprando imagen a través de políticos europeos, etcétera. Corrupciones todas que dan la talla de la ambición desmedida y los sueños de grandeza y protagonismo de “personajillos” que intentan demostrar su poder económico e imperialista a costa del género humano. ¿Cómo sobrevivir a este basurero? Nosotros con pena y desconfianza. Pero ¿Qué dejamos a futuras generaciones?