El enigma da Vinci
Leonardo da Vinci puede que sea el personaje histórico que más me haya fascinado desde niño; no solo por su legado artístico imborrable, representado en obras maestras como la Mona Lisa y La Última Cena, sino también por su profuso talento en múltiples y complejas disciplinas. Para empezar a conocerlo habría que decir que era zurdo en un mundo dominado por diestros. Esta singularidad se refleja en su arte, con pinceladas únicas y una perspectiva incomparable. Además, su fascinación por la anatomía humana lo llevó a realizar disecciones clandestinas de cadáveres para comprender mejor el cuerpo humano, desafiando las restricciones de la época. Escribió numerosos diarios codificados, llenos de pensamientos profundos y diseños secretos, algunos de los cuales aún permanecen sin descifrar. También se especuló sobre su más que probable filiación a sociedades secretas. Nada de extrañar. Mientras desentrañamos los misterios de su vida y obra, queda claro que Leonardo da Vinci sigue desafiando nuestras mentes incluso siglos después de su muerte. Aunque quizás, su mayor enigma sea cómo logró captar la esencia de la humanidad en sus creaciones, uniendo arte, ciencia y misticismo en una danza eterna de curiosidad y creatividad.