El emigrante de Tocón

    11 nov 2019 / 12:02 H.
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    Lo guardo como oro en paño. Es el emigrante de Tocón (Granada). Viste lo mejor que tenía en casa, donde precisamente, no se guardaba tanta ropa en el armario, pues solo una chaquetilla y unos pantalones de pana, que duraban la tira de años, siendo la ropa diario, y porque además, la poca cosa que tenía no se podía tirar por la ventana. Está sentado el emigrante de Tocón. Su vista la derrama para ver por última vez su pueblo, el que le vio nacer y le negó el sustento cada día, alimento, los garbanzos, las lentejas y las judías. El pan escaso, ropa, la precisa, y nada de tarjeta visa como tienen los que nacieron con el pan debajo del brazo. Está esperando el autobús, que le llevará a tierras lejanas a trabajar, y no a esperar hacerlo con tres peonadas a la semana. Está triste, y solo él conoce lo que es la soledad de la tristeza... Va a dejar a los suyos, y llora, porque también llorar es de honres y llorar no les da vergüenza, porque para desvergüenza de los pueblos del sur, y de Granada concretamente, es que siendo la tierra rica, otros viven en la más misera pobreza. Dineros llevas pocos, solo unos billetillos o ounas monedillas que suenan demasiado como las nueces vacías. Ahora estoy viendo a tro parecido emigrante. Esta vez en Benatae, un pueblo de Jaén, que como el de Granada está esperando el tren de la escapada, un emigrante que en su pueblo no es nada.

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