El efecto Bescansa

25 ene 2016 / 09:41 H.

Días antes de la constitución del Senado, bromeaba con sus amistades la posibilidad de introducir un gesto simpático en la seriedad de un rígido pleno. Con más de siete meses de embarazo, cierto es que se le pasó por la mente la posibilidad de hacerlo, aunque nunca llegó a pensar que fuese lo suficientemente valiente como para materializarlo. Sin embargo, en una jornada especialmente crispada, en la que la formalidad y el enrarecido ambiente dolían, la linarense Laura Berja cambió de opinión cuando caminaba, con paso firme, para prometer su cargo de senadora. Temió que el presidente, Pío García-Escudero, no entendiera bien su única palabra. Ante la posibilidad de tenerla que repetir, decidió arrimar su mano a su abultado vientre y protagonizar la anécdota del día: “Prometemos”. La carcajada fue unánime. Ocurrió en la misma sesión en la que, en la otra Cámara, la Baja, Carolina Bescansa se sentó en su escaño acompañada de su bebé. Otro gesto que dio la vuelta al mundo y que puso sobre la mesa el eterno debate sobre la conciliación.

Laura Berja Vega es la única senadora, que se sepa públicamente, que está embarazada. Todas las miradas están puestas en ella. ¿Qué hará cuando dé a luz a su bebé? La legislación vigente impide a las representantes políticas disfrutar de una baja por maternidad. Tienen, a lo sumo, un par de semanas para su recuperación. Hay, sin embargo, dos medidas que tratan de favorecer la conciliación: la implantación del voto telemático
—aprobado en la última legislatura — y la creación de una guardería en el interior del Congreso de los Diputados. Algo parecido ocurre en el Senado, donde existe un convenio con un centro cercano para que las madres puedan dejar a sus hijos mientras legislan. Laura Berja se encuentra en un dilema. Su intención era compartir con su pareja una baja maternal que brilla por su ausencia. No tendrá más remedio que incorporarse al tajo y, si las circunstancias se mantienen inalterables, lo hará sola. Su pequeño se quedará en Linares, donde tiene fijada su residencia habitual.

Desechar la idea de prolongar la lactancia durante los meses que recomienda la Organización Mundial de la Salud le costará sudor y alguna que otra lágrima. Difícil lo tienen las mujeres que se dedican a esto de lo público. Más en una institución en la que hay tres senadores por cada senadora en cada una de las circunscripciones. Más en una Cámara, la Alta, reservada, tradicionalmente, a políticos de larga trayectoria. Más en un plenario en el que la maternidad fue solo asunto de conversación a la hora de legislar para la ciudadanía que vive fuera de aquellas paredes. Este mandato, eso sí, será diferente. La irrupción de nuevos partidos políticos reduce la edad media de los senadores de forma considerable y, aunque por el momento hay solo una embarazada, el tiempo dirá si hace falta otra guardería para evitar el efecto Bescansa.