El doctor Pollino

    28 oct 2022 / 19:56 H.
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    A mediados de este mes, leyendo las páginas de opinión de Diario Jaén, este periódico con el que “Seguimos viajando y hacemos provincia”, encontré un artículo de Francisco Roca titulado “Menudos burros” que comenzaba así: “La Universidad de Jaén nombra doctor honoris causa a un asno’’. El autor comentaba y ponía en su justo término el titular de una noticia publicada en El Correo de Andalucía que narraba la crónica de una “performance” realizada por una artista, de nombre Eva Calero, que culmina con la investidura honoris causa de un asno. Dicho jumento pertenece a la Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo) fundada en Rute en 1989 y tiene por nombre Califa. A este noble animal le dedico hoy el título y el contenido de este artículo.

    Al hilo de esa noticia y rememorando vivencias me remonté a los tiempos de mi niñez a mitad del siglo pasado, cuando las bestias, con esa denominación genérica se designaban los animales equinos (burros, mulos y caballos), todavía eran imprescindibles para realizar las labores del campo. Siempre he creído que hay momentos en la vida de todas las personas que son como fotografías olvidadas en el cajón de la memoria que acaban saliendo a la luz de vez en cuando, y en particular alguna de esas imágenes es el primer recuerdo de la vida de cada uno. En mi caso es la imagen de mi padre con la boina calada cabalgando sobre su burro, mirando por la grupa para verme disfrutar sentado sobre un triciclo que, atado con una soga a la albarda, rodaba al compás del firme y acompasado caminar del jumento. De esa guisa mi padre me paseaba algunos días, cuando volvía cansado de llevar y traer mercancías a la Estación de Linares-Baeza. El burro era rucio, terco como una mula y con mal genio, pero fuerte y duro como una roca. Cuando se enfadaba rebuznaba con fuerza y abría la boca enseñando los dientes con gesto fiero. Había que tener cuidado para meterlo en vereda y sobre todo no perderle la cara porque daba coces con mucha habilidad y peligro cierto. Recuerdo que cuando estaba furioso, mi padre le dejaba estar en la cuadra hasta que se tranquilizaba y si era necesario le echaba los brazos al cuello y lo tiraba al suelo cogiéndole las orejas. Era un espectáculo ver cómo lo ponía en su lugar. Cuando murió el pobre animal, mi padre lo enterró en un haza que tenía mi abuelo en el camino de las Fuentes y cada vez que pasaba por allí me decía: ¿Ves aquel rodal donde el trigo está más crecido y más verde? Allí está enterrado el borrico que se me murió. Años más tarde, ya adolescente, leyendo “Platero y yo” encontré en sus últimas páginas un capítulo titulado Melancolía en el que el poeta narrador dice así: Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. Y recordé cómo mi padre puso un serón de esparto bajo el burro muerto y lo llevó calle abajo hasta el campo donde lo enterró.

    El asno forma parte de la cultura y de la vida de los hombres desde tiempos inmemoriales. En la literatura, ya desde el siglo II, Apuleyo nos habla de un tal Lucio transformado en asno. Ya he comentado algo sobre ese tal Platero que es pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría que es de algodón... que es una obra maestra de narrativa poética. El pollino más recordado está en la Biblia y sirve de cabalgadura a Jesús de Nazaret entrando en Jerusalén.

    Hoy, un buen amigo me ha enviado información y fotografías del “Sexto Campeonato de España de la Raza Asnal Andaluza” cuya final organizada por la Unión de Ganaderos de la Raza Asnal Andaluza (UGRA) se ha celebrado el día 22 de octubre Alhaurín el Grande. He disfrutado viendo las fotografías, en especial la de un rucio con su jáquima, albarda, ataharre y serón, preparado para salir solo o en recua a transportar la carga que sea necesaria por esos caminos y veredas que llegan a los caseríos perdidos entre los campos de nuestra tierra. Mi reconocimiento a UGRA por todo lo conseguido en favor de la conservación de la Raza Asnal Andaluza. No corren buenos tiempos para esos animales. La especie asnal está en peligro de extinción y todo lo que se haga para conservar a los burros dirá algo bueno de la inteligencia de los hombres.

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