El derroche del agua

    12 sep 2019 / 08:15 H.

    Siempre que ocurre igual, que derrochamos agua, pasa lo mismo en Jaén, que es donde nací gracias a Dios y donde, gracias también al “Abuelo” donde yo vivo. Ya lo dice el tradicional y sabio refrán jaenero: “A quien Dios quiso bien, casa le dio en Jaén”. Vi naturalmente, don Clemente, que los jardines hay que regarlos, y más aún en estos veranos de Jaén que achucha más que la política en decadencia y sin propósito de enmienda. Si una cosa es regar y otra derrochar el agua, este líquido elemento, que si algún día nos faltara nos íbamos a enterar de lo que vale un peine. Todo ahorro de agua es poco, así que mano a la obra, digo, arreglándose los periquitos, de tal forma que rieguen las plantas y no las aceras. Repárense esas gomas enterradas, por donde se va el agua son beneficio alguno, aunque las baldosas sean sifones cuando las pisas y te suelta el chorro, de tal forma que los bajos de los pantalones se pueden estrujar como un limón, y esto amarga lo suyo. El derroche del agua no debe ser un despilfarro, y vale el pareado con los dos adjetivos iguales. El cambio climático como lobo al acecho y los dientes largos amenaza seriamente, siendo el agua la que pagará el pato, por eso, cada gota que se desperdicia se debe evitar, evitémoslo, por tanto.