El coste de la incongruencia

    20 nov 2019 / 09:18 H.
    Ver comentarios

    Las elecciones generales del 10-N y el inmediato acuerdo de coalición entre PSOE y UP dejan un panorama imprevisible y poco halagüeño para gran parte de los españoles; quizás no tantos ni de forma tan alarmante como para quitar el sueño, como temía el presidente Sánchez dos meses antes, ahora ya no, pero sí preocupante. Incongruencias como esa son las que han llevado a algunos partidos a unos resultados lejos de sus expectativas. Tal es el caso del ganador, que no es el de mayor descalabro, pero sí el más importante dada su relevancia para formar gobierno. El PSOE hace tiempo que viene padeciendo una crisis de ideas, desorientación y falta de consenso, que se han agudizado desde los últimos años del gobierno de Zapatero hasta la incongruencia total con el Dr. Sánchez y mister Hyde. ¿En qué se parece hoy en día un político socialista andaluz a un político socialista catalán, o navarro, o balear? En poco o en nada de lo apreciable por la distorsión nacionalista que prima hoy en día. Un socialista andaluz nunca podría estar en connivencia en ninguna institución con partidos que quieren romper la constitución, o llevar su nacionalismo reduccionista a extremos que excluyan a otros españoles. Y sin embargo todos los votos que recaban van al mismo saco: a poner en la presidencia a Pedro Sánchez, que permite todo eso, que se le llena la boca de progresismo, pero olvida que es importante saber hacia dónde se progresa, y es capaz de pactar con el mismo diablo para ocupar el sillón presidencial. Hace falta otro PSOE distinto, o refundar el actual, para que se diga lo mismo en Cataluña, en Navarra, en Baleares o en Andalucía, por ejemplo. Un PSOE congruente, que no necesite lecciones de justicia social de nadie, ni se le desluzca el nombre con la corrupción, y, sobre todo, que no engañe ni se aproveche del voto de un socialista andaluz para que otro socialista balear le impida acceder a un cargo público en Baleares porque no sabe catalán. Por favor. El socialismo sin marca nacionalista que lo reduzca tiene que despertar y hacer valer su mayoría para marcar un rumbo claro para no confundir a sus votantes. Y si alguien se tiene que apear de ese carro, se apea, porque la unión a cualquier precio viene siendo nefasta. Otros se subirán al calor de esa congruencia.

    Articulistas