El colegio San Agustín

No he visto el remodelado Parador de Jaén, pero he leído alguna opinión que no deja en muy buen lugar el trabajo que han realizado allí. Pero como no lo he visto, no opino. Todo lo contrario me sucede con otros emblemáticos lugares de nuestra maltratada ciudad que sí he conocido y he visto desaparecer o modificar. Cierta vez oí decir a Luis Berges, que desde hacía tiempo, no le gustaba pasear por Jaén porque veía lo que habían hecho y se entristecía. No me voy a referir aquí a los sangrantes casos del Teatro Cervantes o al suelo y las fuentes que se fueron para siempre de nuestra señorial Plaza de Santa María. Me voy a referir a una desaparición que se llevó a cabo en silencio: el Colegio San Agustín, situado en la plaza colindante a la Iglesia de San Bartolomé. Era una casa señorial con un patio a la entrada de columnas con fuente en medio. Llegó a albergar la Audiencia Provincial y tenía gran valor arquitectónico otorgándole a la plaza un encanto que posteriormente dejó de tener. En la vida, como en la muerte, siempre ha habido clases, y sobre la desaparición del Colegio San Agustín, pocos alzaron la voz ante semejante barbarie. Otra más de las muchas que hemos padecido en Jaén.