El ciprés cree en Dios

    06 nov 2019 / 10:27 H.
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    El título de esta mirilla está basado en el libro del catalán: José María Gironella, “Los cipreses creen en Dios”, una obra literaria que entró por la ventana de mis retinas y anidó, para siempre en esta cosa maravillosa que se llama corazón. Ahí está haciéndole frente al azote violento de este aire de Jaén, que más que aires es un tormento, arrancador de árboles y abridor de “la puerta del perdón” de nuestra Catedral. Esta larguirucha conífera, además de ser la posada permanente de los gorriones, es la pluma estilográfica que escribe las crónicas calladas de los silenciosos cementerios, donde reposan los huesos que nos amaron en vida y nos sigue viendo desde la otra, a la que inexorablemente, iremos un día. El ciprés siempre fue el árbol preferido de Jaén. En aquel desaparecido Senda de los Huertos, junto a la palmera y árboles frutales, lo que en Granada se conoce como “Los Cármenes”, su presencia alargada y mirando al cielo, parecía que estaba rezando y pidiéndole a Dios que las criaturas que habitamos esta tierra sigamos un camino recto en la vida, y no pongamos zancadilla a nadie, porque es más importante dar un abrazo.

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