El camino del corazón
Se llama Pablo García, es un influencer católico y modelo, se le conoce en redes como Pablo Garna y acaba de dar un giro radical a su vida. Sus declaraciones en los distintos medios de comunicación de estos últimos días son todo un ejemplo de reflexión, decisión y convencimiento para apostar por “vivir la vida que Dios pensó para él”. Se va a alejar del éxito social y económico para ingresar en el Seminario, estudiar Filosofía y Teología, desea convertirse en sacerdote. Su decisión ha llamado tanto la atención que muchos medios lo han destacado en sus páginas e informativos. No estamos acostumbrados a este tipo de decisiones, y menos que se publiquen de esta forma tan masiva. Personalmente aplaudo la decisión de esta persona que tiene muy claro que el éxito en la vida no es el reconocimiento social, el dinero ni lo que te marca la sociedad; para él el éxito es vivir la vida que Dios le tiene marcada. Para ello hay que tener fe y mucha confianza en el Señor.
Los que no son creyentes quizás no lo entiendan, pero los que sí creemos nos alegra que haya personas con este convencimiento y ejemplo de que siempre puede llegar ese buen momento para tomar decisiones arriesgadas y certeras. Curioso es que se habla más de lo que “deja” o “pierde”, que de lo que “gana”. Muchos se centran en que se aparta de lo que no pocos sueñan y pocos alaban lo que va a centrar en resto de su vida: el Señor. El camino que ha elegido no es fácil, pero será un camino pleno de enriquecimiento y entrega al servicio de los demás. Pablo le ha hecho caso a su corazón, no de forma impulsiva, sino desde el profundo discernimiento y convencimiento. A cada uno de nosotros, en algunas ocasiones, puede que la vida también nos sitúe ante algunas decisiones difíciles que se pueden ver influenciadas por el miedo, el dinero o el qué dirán; y qué mejor que tener siempre presente este pequeño texto muy antiguo: “Cuando tengas que elegir entre dos caminos, pregúntate cuál de ellos tiene corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca”. Hay que hacerle más caso al corazón que a la razón que oprime.