El bípedo

25 mar 2019 / 16:34 H.

El hombre ha viajado al futuro de manera constante. Ya al principio de los tiempos se sirvió de una tecnología cada vez más avanzada para sobrevivir. Ese fue y será su santo y seña a lo largo de un recorrido histórico en el que empezó sin saber siquiera cómo había llegado a ser un primate bípedo y continuó desarrollándose hasta llegar hasta estos días en los que la tecnología punta está haciendo que ese bípedo se pregunte si no fue un “homo erectus” dependiente de una evolución tecnológica auspiciada por unos cambios a los que no daba crédito porque la proliferación de tantos recursos tecnológicos le nublaba la mente. Se pellizca una y otra vez y todo le parece un sueño hecho realidad. Repasa en su cabeza los datos que almacena desde tiempo inmemorial y se pregunta si a lo largo del tiempo no fue víctima propiciatoria de alguna ley extraordinaria en las que se fundamenta la naturaleza humana, o simplemente, se saltó el eslabón perdido de la cadena hereditaria. Llega a la conclusión, en el balance mental que realiza, que lo conseguido hasta ahora pertenece a la evolución natural de un cerebro que se revistió de una facultad llamada inteligencia. Se le enmarañan los pensamientos cuando piensa que aquel bípedo pudo cumplir perfectamente con los requisitos de compatibilidad científica que le permitió llevarse así mismo a la Luna. Lo más probable es que, aun siendo inconsciente de ello, reuniera cada uno de las cualidades exigidas (por su condición de bípedo que prometía) para poseer una mente científica brillante. Se queda callado y vuelve a preguntarse si pasado un tiempo, esa misma inteligencia, durante su encuentro con el futuro, no evolucionará hasta alcanzar unos límites por ahora insospechados. De hecho, lo primero que piensa hacer es reforzar las características evolutivas del bípedo del futuro, para que, llegado el momento, él y toda su descendencia, tomen conciencia de que pueden vivir en lugares habitables y servirse de los revolucionarios adelantos científicos que consideren oportunos. Pero hay algo que le inquieta y quisiera gritar, porque no cree que él sea una réplica exacta de aquel bípedo erectus perteneciente a aquel pasado remoto, como tampoco cree que el bípedo de ese futuro que él está generando con sus aportaciones técnicas, llegue a estar sometido por la tiranía de una innovación científica super avanzada. Calla y sonríe mientras se queda plantado sobre sus dos extremidades inferiores, mirando un bípedo tosco que apenas se sostiene en pie y que le resulta un completo extraño, pero la natural curiosidad heredada de los primeros primates de hace millones de años le hace buscar diferencias que le conmuevan, ahora que él se ve conectado a entidades virtuales como son los robots diseñados para realizar determinadas tareas y que por su similitud morfológica, puede que algún día terminen por reemplazar al bípedo animal. Al parecer serían su único familiar directo, pero volviendo al tosco bípedo, intenta averiguar qué tiene en común con su primitiva fisonomía, cuando él cree no haber heredado ningún rasgo físico que lo empariente. Le hace gracia el hecho de que el “homo sapiens” del futuro vaya a heredar rasgos comunes a los suyos. Piensa que son paradojas contrarias a la lógica hereditaria, condensadas en el desfase existente entre el bípedo actual y el primate involucionado. Los considera pequeños detalles de un desarrollo irregular de la raza humana. De ahí que se quede ensimismado contemplando a un bípedo superior como él que ofrece la imagen de alguien que se marchó de un lugar remoto y llegó hasta nuestros días para seguir evolucionando.

El caso es que yo, que soy su descendiente directo, no logro acordarme de quién fui porque se me borran los recuerdos en la memoria del tiempo. Pienso en el porqué de las cosas que me suceden como bípedo supuestamente desarrollado y cuando me miro al espejo, me quedo inmóvil y me noto como ausente, será que lo que veo me resulta más desconcertante que nunca y espero que la ciencia que avanza y me estudia cada día, resuelva la posición real que ocupo en la cadena evolutiva.