El ascensor social
En esta semana, miles de jóvenes se han enfrentado a uno de los retos más importantes de su vida, las pruebas de acceso a la universidad. La puntuación que obtengan en estos exámenes determinará la carrera que estudiarán y, en definitiva, su futuro laboral. Las notas de corte de algunas especialidades son muy altas, y muchas personas no podrán acceder a los estudios que desean. Queda la opción de matricularse en una universidad privada, siempre que se disponga de los recursos económicos suficientes, pues no está al alcance de todos los bolsillos. El número de alumnos matriculados en las universidades privadas ha crecido de forma exponencial en la última década y no dejan de abrirse nuevos centros, con el beneplácito de los gobiernos autonómicos. No digo que esto sea malo, pues se propicia la competencia y puede llevar a una mejora de la calidad de la enseñanza, lo que me preocupa es que se nos estropee el ascensor social, ese que ayuda a los jóvenes de las clases más bajas a lograr el ascenso gracias a la formación. Si para acceder a las carreras con mejor perspectiva de empleo tienes que ser brillante o haber nacido en una familia acomodada, algo empieza a fallar en nuestro sistema educativo.