El arte en el tablao

    16 nov 2023 / 09:45 H.
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    Quién no siente un pellizco en el alma cuando escucha el sonido de tus pasos? Ese chocar del duende en la madera, de las tablas que gritan y se encogen, cuando el tacón presiona sus compases y laten en él la creativa expresión de una danza que deja su aliento, su fuerza y su sentir en el inquieto vuelo que cantan los tacones. El ritmo se hace lento y rápido, es fuego, alegría, pena, pasión... es un lenguaje distinto, diferente, donde las palabras baten con la rima dibujando y dejando mostrar lo que en su alma siente.

    Es fuerza que arrebata de un golpe los sentidos, es un dolor herido que busca en el sonido hallar de nuevo la esperanza. O la alegría de vivir gritando en la madera una canción de sueños, de fiesta y emociones. ¿Quién pasa sin advertir tu música? Oh guitarra, que cantas melodías de ensueño. Quién puede detener ese sonido tuyo, de tus cuerdas vibrando sinfonías, cantos donde se escucha el alma, se hace rápido, brillante, claro el compás y las notas se desvanecen velozmente para dar paso a otras que esperan ser ejecutadas. Mientras el rasgueo, los golpes y el alzapúa se combinan para ofrecer esa fuerza y pasión, la alegría o el desconsuelo se dejan entrever en el estremecido son de tus latidos.

    El cajón y el palmeo coordinan perfectamente el acompañamiento, para crear un todo, marcando el compás y haciendo que este no pase inadvertido, su ejecución es siempre un estallido de sonidos. A veces, también las castañuelas se incorporan dejando su claro sonido creando melodías y estableciendo vínculos de arte que se integran perfectamente. Y qué hablar del piano o cualquier otro instrumento para enriquecer mejor todo el conjunto musical.

    Y qué decir de la voz que el cantaor deja entre sus ayes brotando de una fuente, desde dentro, en lo más hondo, allí donde se guardan los más profundos sentimientos, donde la voz se achica o se hace grande, sube y baja creando sonidos de lamentos o aires festivos en un encanto lleno de cambios y fuerza, para envolver en un quejío dramático la manifestación de las emociones. En las sílabas se deja claramente sentir el dolor y la amargura en un diálogo abierto y profundo entre la voz y la guitarra. Quién puede pasar inadvertido ante tanto arte, tanta emoción y tanto sentimiento.

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