El Almendral

    29 ene 2021 / 22:30 H.
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    El pasado día de Reyes, después de haber recogido los presentes que me dejaron sus majestades, tuve otro regalo cuando dando un paseo para rebajar un poco el roscón, me encontré los contenedores de reciclaje, que en estas fechas se tiraban varios días siendo un auténtico estercolero, en perfecto uso. Ver a mi Jaén limpio me hizo sentirme feliz, y para celebrarlo y tratar de comprobar si era solo una visión, me aparté de las rutas por las que paseamos normalmente los jaeneros, como suelen ser; el centro, los parques o el barrio antiguo. En ese pasear sin rumbo, el día me trajo otra nueva sorpresa, como fue el descubrir un auténtico oasis dentro de Jaén. A escasos cinco minutos de la Catedral, me topé con el barrio del “Almendral”. Situado en el llamado distrito Sur, limita con el de la Merced, San Felipe y Alcantarilla. Para orientarnos solo tenemos que posicionarnos en la glorieta Lola Torres, (donde estaba el desaparecido puente de Santa Ana que atravesaba el Barranco de los Escuderos) y buscar la cresta del Cerro Almodóvar o el monte de Santa Catalina.

    Comenzamos la subida y nos reciben unas enormes rocas que brotan de las entrañas de las casas unifamiliares que conforman el barrio. El silencio es absoluto, se respira una paz que nos transporta a la Alpujarra o los Pueblos Blancos de Cádiz, tanto por las pendientes, como por el mimo con el que los vecinos tienen limpias y acicaladas sus calles. En esta pequeña burbuja de tranquilidad todos se conocen. Este pueblo de apenas mil vecinos que se
    ha conformado dentro de la urbe, tiene infinidad de calles que son peatonales por obligación, ya que dadas las pendientes, muchas
    de las casas están acantonadas, accediéndose a ellas a través de empinadas cuestas con escaleras, por no encontrar otras maneras de salvar los desniveles.

    De golpe, de uno de los mil giros de este precioso laberinto, emerge una cuesta con escaleras en su inicio que parece estar sacada de un cuento de los hermanos Grimm; la calle “García Morente”. Esta vía se encontraba primorosamente decorada con su correspondiente Belén de lo más vanguardista, con sus Majestades, con sus arcos de luces de navidad alimentadas por placas solares, con el Castillo de Herodes confeccionado sobre unas rocas que brotan de la pared, simulando exactamente el perfil de nuestro castillo visto desde ese mismo punto, y mil detalles más.

    Hablo con dos vecinos de la misma, Antonio Galán y Pedro Bonoso, que me comentan cómo surgió la idea de decorar esa especie
    de corrala abierta en la que han convertido
    su calle, donde sus cinco o seis vecinos colaboran en el hermoseamiento de la misma.
    Al parecer, la asociación de vecinos “Entre Cantones” a la que pertenecen, después
    de consultar con el ayuntamiento para
    que les diesen su aprobación, animó a los convecinos a sacar macetas a la calle para embellecer el barrio. A Antonio Galán, después de ver en páginas de decoración
    macetas realizadas con
    ruedas de coche usadas,
    se le ocurrió hacer el primer macetero, cundiendo la idea por todo el barrio, realizándose incluso un taller para que los menores del barrio colaboraran en la pintura de los mismos. La calle la tienen de dulce, acicalándola para cada fiesta local como: las ferias de la Capilla y de San Lucas, las Cruces de Mayo, San Antón, La Virgen de Agosto y por supuesto Santa Catalina.

    Al principio nadie daba un duro, augurando que en cuatro días les habrían robado o destruido los adornos; después de varios años siguen como el primer día. Para estos vecinos sus calles son la continuación de sus casas y las cuidan como suyas. Antes de partir, subí a uno de los miradores naturales más bonitos que tenemos en nuestra ciudad, el Mirador del Tambor, que se encuentra justo al lado del puente de la carretera de circunvalación. Este precioso otero, se podría fácilmente poner en valor, ya que con cuatro vallas y un banco tendríamos otro sitiazo para contemplar Jaén. Desde aquí apunto que puede ser una idea muy barata y con muchas fotos en la inauguración, no digo más.

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