El alcalde de Jaén

    13 sep 2019 / 09:17 H.

    Hace pocas fechas, falleció Alfonso Sánchez Herrera, el que fuese alcalde de nuestra ciudad y al que se le recuerda por su carácter jovial y por el enorme don de gentes que poseía. Fue alcalde durante siete años en dos periodos, alternando la Alcaldía con José María de la Torre. Al recordarlo, solo nos vienen a la memoria momentos de alegría y gloria de este ser único e irrepetible, como sus atuendos de carnaval (creo que fue el único alcalde que se disfrazó todos los años que estuvo como primer edil para dar ejemplo y acompañar al pregonero de las fiestas, amén de pasear orgulloso su disfraz).

    Se ha vertido mucha tinta sobre el cariño que se le tenía por parte de todo el mundo, aunque se ha olvidado (gracias a que la memoria es selectiva y hace que recordemos solo los buenos momentos), los malos ratos que pasó y que tuvo que lidiar, aun siendo cordial, cariñoso y cercano, o quizás por eso. Recuerdo que el día de la inauguración del nuevo recinto ferial (que actualmente lleva su nombre), pasó un trago más que regular cuando los empleados de cárnicas Molina se presentaron para manifestar “la falta de apoyo del ayuntamiento al cierre de la empresa”. La tensión fue máxima, peligrando incluso su integridad. Los del Cigarrón también le dimos caña en alguna ocasión, como no podía ser de otra manera al ser la primera autoridad, aunque no por su gestión en las fiestas de don Carnal, que como he dicho anteriormente se implicaba a nivel personal, sino por el concejal que puso en Cultura, cuyo nombre no quiero nombrar, pero para quien le interese era arquitecto, (blanca y en botella), y que según sus más allegados, cuando oía el primer cohete de las fiestas que fuesen, salía huyendo para su apartamento de la playa. Le cantamos lo siguiente: “Señor alcalde, Alfonso Sánchez Herrera, disculpe usted que le moleste un “momentín”, es que traigo algo aquí que le tengo que decir. Yo me hago cargo de que a usted y a sus concejales no le hagan gracia nuestros carnavales, una fiesta tan vulgar e irreverente es natural que no le agrade a la buen a gente y no es la primera vez, que la quiere usted esconder. La cabalgata un día en que solo va mi madre y la verbena allí en el Felipe Arche. Creo que en el Darilmelia, aún no estamos muy estrechos, meta usted las actuaciones en el arco San Lorenzo”. Como cabía esperar se lo tomó con sorna y retranca, animándonos a seguir dándole caña a todo lo que se moviera.

    Ha tenido en vida el reconocimiento de todo un pueblo, y no es que lleve su nombre una calle, sino el recinto ferial, que representa la alegría que emanaba. Alfonso, al igual que los otros dos alcaldes demócratas de la época de la peseta, Emilio Arroyo y José María de la Torre, se dedicaron cada uno a su manera a tratar de mejorar el municipio, ya que para mí, el alcalde tiene la función política más cercana y visible para el administrado, donde los resultados del trabajo tienen inmediatez.

    No es que diga que cualquier tiempo pasado fue mejor, lo que si digo es que a partir de estos tres señores, nuestro consistorio ha salido en todas las estadísticas de morosidad, mala gestión y descontento ciudadano.

    Se han oído peticiones de títulos póstumos para quienes algunos llaman “El Alcalde de Jaén”. No voy a entrar en eso, pero sí que quiero recordar al actual alcalde, Julio Millán, que aunque todos coincidimos en que hay que tener talante y preguntar, las decisiones las tiene que tomar él, puede acertar o equivocarse, pero como empecemos con querer votar si queremos poner una papelera blanca o verde, o si esta fiesta la dividimos en dos fechas, o si queremos que este torneo que siga o no, es fácil que solo vayan a votar los cabreados de las barras de los bares, que con el pie apoyado en el escaloncillo, el codo en la barra y el palillo de dientes en la comisura de los labios, saben más de todo que nadie, y que por su gestión le entreguen la llave de la ciudad, pero para que cierre por fuera y la tire al Guadalbullón, porque aquí no va a quedar nadie.