El ahorro familiar

    06 sep 2021 / 17:51 H.
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    El PIB (Producto Interior Bruto) podemos definirlo como el valor de todos los bienes y servicios producidos en un territorio, España, durante un determinado periodo de tiempo, generalmente un año. El importe del mismo lo podemos obtener por la vía de la “demanda”, agregando el consumo público y privado, el ahorro de las familias y la inversión empresarial, así como las exportaciones. Otro camino para calcularlo es por la vía de la “oferta”, agregando el valor de la producción de todos los sectores productivos (agrario, construcción, industrial y servicios). Por último, una tercera vía es la de la “renta”, en la que se tomarían en cuenta todas las rentas distribuidas en el proceso productivo, tales como la remuneración de los asalariados, las rentas de la propiedad y de la empresa, el excedente bruto de explotación (beneficios) y el consumo de capital fijo (amortizaciones). Teóricamente las tres vías nos deberán de dar idéntico valor del PIB del país. A partir de esta magnitud se van obteniendo variables derivadas de ella, como el Producto Nacional Bruto, la Renta Nacional y la Renta Disponible, entre otras.

    Nos vamos a quedar en esta ocasión con el concepto de “renta disponible”, que es el flujo monetario que llega realmente a las familias para que dispongan libremente de él como deseen en cada momento. Esta renta la destinan los individuos bien al consumo o bien al ahorro. Los consumidores distribuyen su gasto entre los alimentos, el vestido, la vivienda (alquileres), automóvil, ocio, cultura, etcétera. Obviamente, la proporción dedicada a los alimentos disminuye a medida que aumenta la renta, mientras que el resto de los consumos aumenta con ella, incluso el gasto en artículos de lujo crece en mayor proporción que la renta. Por su parte, el ahorro es aquella parte de la renta disponible que no se consume.

    Las familias ahorran por diversos motivos, tales como prepararse para la vejez, ante el temor de que la pensión les sea insuficiente; para afrontar un gasto futuro, como pueden ser unas vacaciones o la adquisición de un automóvil; porque se sienten inseguras y quieren protegerse por si vienen malas épocas; o bien porque tienen el ahorro como un hábito, casi un reflejo condicionado cuyo origen desconocen o es fruto de su tradición familiar, etcétera.

    En marzo de 2020 cuando estalló la crisis económica generada por la pandemia de la Covid-19, se desplomó en España el PIB y, lógicamente con él, la renta disponible de las familias. Consecuentemente, se desplomó el consumo de los hogares: 181.903 millones de euros en el primer trimestre de 2019; 171.365 en el correspondiente a 2020 y 163.811 en dicho trimestre de 2021; es decir, el consumo familiar ha caído en España un 9,95 por 100 entre 2019 y 2021, según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en www.epdata.es. En idéntica fuente de información comprobamos cómo el ahorro de los hogares españoles ha evolucionado en un sentido totalmente opuesto, es decir, se ha incrementado. Así, en 2018 las familias destinaron el 4,84 por 100 de su renta disponible al ahorro; tasa que se elevó al 7,4 en 2019 y al 14,8 en 2020. Tal y como apuntábamos más arriba, las familias españolas ven con incertidumbre el futuro, por lo que destinan una parte creciente de su disminuida renta disponible al ahorro, al tiempo que reducen el consumo.

    Otra fuente que nos pone de manifiesto el creciente ahorro de las familias españolas es el Banco de España en su Boletín Estadístico. En concreto, el total de efectivo y de depósitos bancarios en poder de los hogares españoles e instituciones sin fines de lucro al servicio de los hogares era de 889.185 millones de euros en el primer trimestre de 2019, elevándose hasta los 923.997 en 2020 y situándose en 996.121 millones en el período enero-marzo de 2021; es decir, entre el primer trimestre de 2019 e idéntico periodo de 2021, el ahorro familiar (efectivo y depósitos) se ha incrementado un 12,03 por 100.Es necesario superar las incertidumbres, generar confianza y que las familias aumenten su consumo, que es una palanca fundamental de la renta y del empleo.

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