Ejemplo: Corea del Sur

Corea del Sur es modelo y plantilla de comportamiento mundial en una pandemia, incluso sin cesar la trayectoria de la economía de su país. Transparencia y control en los incipientes contagios ha sido la clave de su éxito. Cotejando España, en la misma situación, desvelamos un país destrozado que tiene una distopía cognitiva: salud o economía. Su desindustrialización nos ha dejado desnudos en estos 98 días de confinamiento, clamando que no tenemos industria en un país de 47 millones de habitantes, ni siquiera para proveernos de un arma básica ante la covid-19, como es una mascarilla. España depende de China en la industria de las mascarillas que usamos los españoles como defensa en esta “guerra”. Sanitarios exhaustos, temerosos de rebrotes y nuevas oleadas del coronavirus, observan “ojipláticos” como España ha abierto sus fronteras en el espacio Schengen frívolamente, excepto a Portugal. La economía, al contrario,
está deseosa de rellenar con colmo sus cuentas bancarias, caiga quien caiga. La noticia es que la brújula de España está rota por la avaricia sin cabeza de la decadente gestión corporativa que nos está mostrando ante los ojos el futuro que nos espera basado en un pasado putrefacto.