Educar en tiempos de bulos

19 may 2024 / 09:13 H.
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Asistimos en estos últimos tiempos a un deterioro de los aspectos políticos y éticos en nuestra democracia con declaraciones, gestos y actitudes de los diferentes cargos públicos y sus organizaciones que reflejan una gran precariedad y putrefacción, convirtiendo la política y la ética en simples medios de satisfacción individual (personal) y grupal, por un lado, y de corrupción y de aprovechamiento del poder, por otro, que tiene efectos de discriminación y exclusión en el ámbito económico y social. En estos últimos tiempos en los que proliferan los bulos de manera alarmante en la vida social y política, tanto en las redes sociales como en la prensa escrita y audiovisual, podemos observar cómo los casos de corrupción y los abusos de todo tipo están generando una cultura que la ciudadanía interioriza en sus propias creencias ubicando lo individual y lo privado por encima de los intereses públicos. A pesar de ello, sabemos que los bulos (desinformación en sentido amplio) como herramienta de manipulación, no son algo nuevo y también sabemos que no todos lo bulos son ciertos por lo que sería muy interesante poner en valor los conceptos de verdad y veracidad a la hora de analizar una información. En nuestro ordenamiento jurídico se garantiza la libertad de expresión y se reconoce la existencia de una comunicación pública libre, indisolublemente unida al pluralismo político propio de una democracia como la nuestra. Verdad y veracidad son conceptos totalmente distintos y que con demasiada frecuencia se confunden y así, la necesaria información de un caso de corrupción (verdadera o falsa), debe ir acompañada de un minucioso proceso de verificación y contraste, con datos objetivos, sobre dicha información. Es por ello que en estos tiempos existe una preocupación en la ciudadanía por instaurar formas adecuadas para la prevención de las situaciones de corrupción y, por tanto, pensar en que papel estaría jugando la educación en este proceso. ¿Qué piensan los jóvenes y adolescentes sobre los actos de corrupción en el escenario político? Entiendo que no es un tema que se aborde de manera cotidiana en las instituciones educativas, pero sí creo que puede ser una gran oportunidad para pensar que estamos haciendo desde la educación en la construcción de una sociedad honesta y en la formación de ciudadanos con niveles satisfactorios de responsabilidad y ética personal. La acción educativa, independientemente del enfoque u orientación que adopte (centrada en preservar la identidad cultural mayoritaria u orientada a respetar y potenciar singularidades minoritarias), puede desarrollarse, puede ser tratada desde modos pedagógicos y no pedagógicos, desde ciencias educativas o desde otras ciencias. Sin embargo, con el desarrollo en este pasado siglo y en el actual de los valores democráticos, la educación, entendida como participación de la cultura, se ha nutrido además de valores como libertad, igualdad de oportunidades y respeto a las diferencias, observándose que el principal problema que se manifiesta actualmente en los valores educativos es partir de la diversidad individual para alcanzar metas de participación social en igualdad de condiciones. En este sentido, la educación y la pedagogía pueden considerarse como factores clave para la formación de ciudadanos con pensamiento crítico y con un inestimable nivel de responsabilidad y ética personal, que los orientarán para actuar dentro de su entorno y en su relación con los demás de manera correcta y, a su vez, a través de la pedagogía promover los valores como la integridad, la honestidad, la honradez y el compromiso social y político, que suelen ser primordiales para combatir fenómenos como la corrupción que nos acercan cada vez más, entre otras cuestiones, a la inestabilidad institucional y a la polarización del poder.

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