Educación y redes sociales
Es cierto que, desde siempre y también en la actualidad, las prácticas educativas dependen en gran medida del significado y de la valoración que tengamos de una serie de dimensiones esenciales como el individuo, la sociedad, la cultura y de cómo se relacionan entre sí. En este sentido, la educación en general, y las instituciones educativas en particular, han sufrido diversos avatares debido a las condiciones cambiantes que experimenta el mundo.
En la actualidad, existe un conjunto significativo de investigaciones que indican con claridad que la capacidad de influencia de la educación formal en el proceso educativo se ha debilitado de manera ostensible. Esto obedece, en mi opinión, a tres factores: el desarrollo de los medios de comunicación, que ofrece una gama amplísima de oportunidades de información en todos los campos de la cultura, la ciencia y el entretenimiento; la urbanización acelerada de la población, con la consiguiente ruptura de los patrones de organización familiar y comunitaria tradicionales y la transformación de los procesos de socialización de jóvenes de ambos sexos en el espacio escolar y en las extensiones de un ambiente urbano mucho más accesible y atractivo.
Esta pérdida relativa de influencia no significa que la educación formal haya perdido vigencia, o que cerrar las instituciones educativas sea la recomendación más apropiada para la época. Pero ya comienzan a verse superados los educadores por las dificultades que encuentran en relación con su función tradicional de orientadores morales, cuando su alumnado parece tener criterios bastante fuertes y diversos a los de ellos, junto con una clara actitud de rechazo hacia el discurso moralizador que hacía parte crucial de la educación escolar vigente en décadas pasadas. En el campo del conocimiento la situación no es diferente, pues al lado de lo que dicen el profesorado o el texto escolar está la enorme cantidad de información de la cual disponen los jóvenes, aunque su nivel socioeconómico sea muy precario. Esto varía considerablemente de país a país, y, especialmente, del sector urbano al sector rural, pues la disponibilidad de información muestra una diferencia abismal en uno u otro contexto.
De todos modos, la difusión de los medios de comunicación y el acceso a una gran variedad de dispositivos tecnológicos genera aprendizajes que aún no parecen llegar a la mayoría de las instituciones educativas. Eso produce una asincronía muy notoria entre la enseñanza formal guiada por los currículos, que se distribuye en el ámbito de las instituciones educativas mediante pedagogías todavía muy tradicionales (enseñanza frontal, monólogo profesoral, texto guía, tareas, repetición...), y el aprendizaje informal cotidiano que se realiza en la televisión, en los juegos electrónicos interactivos, en las redes sociales de manera muy especial y en el continuo intercambio de ideas con colegas en espacios públicos donde no existen evaluaciones, respuestas correctas u homogeneización de intereses. Esto se incrementa en el caso de jóvenes con acceso a Internet, pues la información se multiplica y diversifica de una manera inimaginable, incluso para los propios adultos que interactúan con ellos.
En la actualidad, la tecnología es uno de los medios de mayor influencia en el contexto social y los jóvenes manejan a la perfección las redes sociales porque les permiten realizar una gran variedad de actividades que en los contextos de la educación formal, la escuela, el instituto, la universidad, no realizan. Sin embargo, entiendo que no se aprovechan los grandes beneficios que estos medios les pueden brindar en su proceso de aprendizaje. Sería necesario, por tanto, que los docentes puedan debatir con los estudiantes acerca del uso correcto de las redes sociales como instrumento que permite acercar el aprendizaje formal y el informal, facilitando que las emociones que se puedan experimentar a través de internet puedan ser similares a las que sienten en su mundo físico. Es un reto para que la educación no se convierta en adoctrinamiento por parte de entes sociopolíticos interesados.