Economía y algo más

    17 feb 2023 / 20:05 H.
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    La carestía de la vida, consecuencia directa de una inflación galopante y fuera de control, obliga a que la mayoría de la población a la hora de decidir en qué gastar el dinero disponible tenga que hacer muchos más equilibrios y recortes que antaño. Quiere esto decir que el treinta y tantos por ciento de los hogares españoles que conforman lo que se denomina renta media-baja, o sea aquellos que, aunque tienen ingresos inferiores a la renta media nacional aún alcanzan a vivir de forma razonable, ahora se encuentran con un problema adicional grave que les hace ser cada vez más vulnerables. Si a la situación de precariedad laboral y salarios muy ajustados que suele afectar a gran parte de este segmento de la población, se suma la subida incesante de los precios, la consecuencia inmediata que se deriva es que cada vez, se incrementa más el porcentaje de personas que descienden peldaños de manera acelerada y difícilmente reversible en la escala social. Y esto es un problema que incide de manera muy negativa en la percepción que tiene el pueblo de la situación económica y de la vida en general.

    En primer lugar, porque cada hogar vive su situación con angustia, y cada uno de sus miembros ha de afanarse en atajar la falta de recursos de la mejor manera posible, buscando aportar más trabajando mucho más, si es que ello le es posible e intentando ahorrar recortando gastos hasta el límite, sin que en muchos casos se encuentre la manera de salir de la precariedad y seguir adelante sin caer en el desamparo.

    Si a esta clase media-baja le sumamos otro porcentaje equivalente de hogares que directamente no llegan a esos niveles de rentas y tienen una economía de subsistencia, o sea la clase baja, que son los pobres sin recursos suficientes para poder mantenerse y que por tanto requieren subsidios y ayuda cada día, nos encontramos con que el setenta por ciento de nuestra población está en una situación precaria y cercana a la desesperación, mientras sólo un treinta por ciento de la población permanece en niveles de renta media o alta. Cuando este problema se generaliza, es decir cuando disminuye el porcentaje de personas que tienen un nivel de vida aceptable (clase media y media-baja), el cuerpo social sufre y se crea el caldo de cultivo más propicio para que se desarrollen los sentimientos que generan la división y el resquemor (por no decir el odio) entre las clases sociales, con la consiguiente polarización política e incremento de los extremismos que ahora se está produciendo en nuestro país. La acción de gobierno que se requiere, entre todas las opciones posibles, consiste en primer lugar en incrementar las posibilidades de trabajo y renta para la mayor parte de ese conjunto de hogares y personas concretas, en especial la clase media-baja que suele estar mejor preparada y formada académicamente para conseguir puestos de trabajo bien remunerados, con lo que se conseguiría poco a poco un notable aumento de la población que accedería a niveles de vida aceptable, lo cual supondría una mejora inmediata del bienestar, porque esta clase social que en las circunstancias actuales es la más perjudicada de todo el conjunto de la población además es la que antes reacciona cuando la situación empeora y como es lógico la primera en la que surgen los conflictos sociales.

    Los gobernantes actuales, como es lógico conocen esta situación y saben que es necesario revertir el desplazamiento de personas que descendiendo de ingresos y posibilidades pasan de ser clase media-baja a clase baja. Por ello apelan a esta clase media-baja en cada una de sus manifestaciones públicas y deberían dedicar sus mejores esfuerzos a favorecer su nivel de rentas e integración social.

    No creo necesario hablar hoy de otros problemas reales o ficticios que ocupan la atención de cada uno de los varios ministerios que según el parecer general sobran en el organigrama gubernamental pero sí he de señalar que la opinión pública no es nada favorable y está cansada de tanta ineptitud, despilfarro de recursos y arrogancia. Alguien debería de tomar nota y rectificar antes de que sea demasiado tarde y se cumpla lo que por ahora dicen las encuestas.

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