“Echar balones fuera y
no hacer”. El traje del emperador

30 jun 2017 / 17:00 H.

Leo con estupor que el alcalde de Jaén por la gracia de José Enrique Fernández de Moya, Javier Márquez, vuelve a entonar la cantinela de que llegó a la Alcaldía porque la oposición no quiso gobernar. Por encima de la intencionalidad, este comentario deja más que claro que no se siente cómodo como representante de la ciudad. Y transmitir este mensaje en un foro ante el sector empresarial andaluz ya da idea de qué embajador y credenciales tenemos para trasladar nuestro potencial turístico y nuestra capacidad de acoger inversión. Y, por descontado, de la gestión y el trabajo político que se están haciendo para eso. Quien dice que es alcalde porque no queda otro remedio ya está diciendo mucho. Dicen que una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa. No se arrogue tanto, señor Márquez. Usted es alcalde porque lo nombró a dedo su antecesor. Usted llegó a alcalde sin ser candidato, y con el apoyo de algunos concejales tránsfugas con los que no tiene escrúpulos en posar para la foto del pacto de gobierno, convirtiendo la aberración en normalidad democrática.

Dinero por urnas. Ahí sí que no le tembló el pulso, ¿verdad? Podrá decir que no tiene apego al sillón, señor Márquez, pero lo que es cierto es que usted se ha encargado de atornillarse a él con una mayoría absoluta basada en el transfuguismo. Quien no ha sabido estar a la altura en el juego democrático ha sido usted. Llegó por la puerta de atrás a la Alcaldía y la mantiene por cañerías... Y Jaén, que merece más, para usted no importa. Donde debería tener por la vía del diálogo y las ganas de trabajar a 27 concejales de su lado para cambiar el futuro de Jaén ha decidido procurarse lo justo para no hacer nada y vivir al socaire.

Blindarse contra la crítica no hace que la crítica desaparezca. Es de una gran estulticia pensar que la imagen que uno se construye como alcalde sobre el papel es la que en realidad tienen de él aquellos a los que gobierna. La diferencia entre quien le antecedió en el cargo y usted es ninguna: escasa voluntad de dialogar, no ya con los grupos políticos, sino hasta con los colectivos ciudadanos, incapacidad y pocas ganas para solucionar la deuda municipal, grandes titulares que venden humo, política en las nubes que no baja a las calles sucias de nuestros barrios. Simplemente, usted practica todos estos mandamientos sin la vehemencia de su antecesor, pero en esencia el talante es el mismo, disfrazado de buenismo, pero igual de retorcido en el fondo.

A las pruebas me remito. El tranvía no se mueve más que en las entrevistas, pero en la vida real voluntad cero de intentar que funcione. Hemos sido la única capital que ha perdido los 15 millones de fondos europeos solicitados para mejorar la ciudad ambientalmente, nos adelantan municipios como Andújar y Martos que, con menos medios, han sacado adelante sus proyectos. Se sienta usted en la Red de Ciudades por el Clima cuando tiene un transporte limpio parado, sin gestión sostenible que vender, con un vertedero cerrado por contaminación y sin ser capaz de trabajarse la ayuda de fuera para invertir en el futuro de Jaén. Que en Jaén sea noticia que las calles se barran, que convirtamos un préstamo millonario con intereses que no se pueden pagar en un ejercicio de sensibilidad con la situación de la ciudad o un viaje a Bulgaria en una oportunidad de negocio para un Jaén donde los barrios rezuman paro es dejar bajo mínimos la gestión municipal. La diferencia entre usted y yo, señor Márquez, es que yo asumo mi parte de responsabilidad en la situación municipal y me ofrezco a trabajar para solucionarla, desde donde sea. Mientras, usted, que ha decidido quedarse, porque nadie le obliga a que lo haga, prefiere cruzarse de brazos, echar balones fuera y no hacer. Usted ha hecho famosa la frase del “aquí nunca pasa nada”, un argumento contra el que ya hemos visto que los jiennenses se han rebelado. “Nunca pasa nada y tampoco voy a poner de mi parte para que pasen cosas”, tendría que haber añadido. “¡Pero si va desnudo!” Dijo el niño al emperador al que su corte adulaba alabando un traje que no llevaba. Esta es la frase final del cuento infantil “El Traje del Emperador”. Que usted se tenga por buen y virtuoso alcalde y le hagan ver que así es no significa que así sea. Le vuelvo a repetir: Dicen que una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa. Pregúntese quién miente para ocultar la realidad de su incompetencia como alcalde.