Duelos eternos

04 ago 2016 / 17:30 H.

Recordar a José Legrá despertó a mi vieja afición al boxeo, que se remonta a principios de los años 50, cuando conviví en la misma casa de Pepe Gámez, entonces un joven púgil con muy buenas condiciones boxísticas. No me perdía una velada de las que se ofrecían, con bastante frecuencia, en la plaza de toros. Recuerdo a numerosos boxeadores de aquellos tiempos, siendo los más destacados, junto a Pepillo Gámez, Juan Cruz Carrascosa y un chaval, también de Jaén, que salió con una fuerza demoledora y que apuntaba alto. Era Juan Caballero, conocido como “El Lechero”. Todos ellos fueron amigos míos, aunque desgraciadamente Pepe, Juan y Manolo ya no viven. Tengo dudas sobre Caballero.

Juan “El Lechero” se marchó muy joven a Barcelona, siguiendo su vocación pugilística. Llegó a ser campeón de Cataluña, pero lo dejó. Pasados algunos años regresó a nuestra ciudad, donde tenía familia, concretamente un hermano, y se interesó por mí. Me encontró en Tejidos Gangas, y desde entonces, cada vez que venía a Jaén, llegaba a visitarme. Juan se dedicaba al negocio de la joyería y, en una de sus visitas, me regaló un llavero con el nombre de VICA en letras de oro. Un detalle de un buen amigo. Seguía conservando sus buenas costumbres de deportista: ni fumaba ni bebía. Pero le encantaba la conversación y, sobre todo, siempre me hablaba de una idea que le obsesionaba. En cada viaje me pedía que tratase de hablar con quien pudiera para poder organizar un combate de boxeo entre él y Juan Cruz Carrascosa, “El Colorao”.

Parecía como si Juan Caballero guardase alguna espina clavada con aquel púgil, que en sus tiempos era uno de los favoritos del público jiennense. Me hacía hincapié, eso sí, de que sería un combate cuyas ganancias irían a parar a una institución benéfica. Sólo se trataría de una exhibición amistosa. Yo se lo contaba al otro Juan, a Cruz Carrascosa, y éste se reía y decía que de llevarse a cabo el combate debería celebrarse en un asilo de ancianos, porque ya tanto uno como otro estaban mayorcitos para ponerse unos guantes, a no ser por el frío. Juan Cruz falleció y hace muchos años que no sé nada de Juan Caballero. Su teléfono no daba contestación y nadie me aportó una noticia. Agradecería que, si aún tiene sobrinos en Jaén, me pudieran dar alguna información.