Dos velocidades
La provincia de Jaén, como tantas otras regiones, avanza a dos velocidades. Por un lado, tenemos a sus habitantes: personas, colectivos y empresas que, impulsados por la tecnología, se adaptan con rapidez a un entorno cambiante. Por otro, nos encontramos con una gestión política marcada por la burocracia, los intereses partidistas y una inercia que parece ajena a las necesidades del siglo XXI. Este contraste no solo es evidente, sino que también limita el potencial de desarrollo de nuestro territorio.
En el ámbito empresarial, la integración de herramientas basadas en Inteligencia Artificial (IA) es un claro ejemplo de cómo el sector privado está transformando su manera de operar. Estas herramientas permiten analizar grandes cantidades de datos en tiempo real, medir el impacto de las estrategias, personalizar contenidos y optimizar la interacción con sus audiencias. Las marcas también están adoptando enfoques híbridos en sus eventos, combinando lo presencial con lo digital para ofrecer experiencias más completas y obtener métricas precisas
en tiempo real.
Estas estrategias no solo responden a la velocidad de la transformación digital, sino que también generan un impacto directo en los resultados de las empresas. Mientras tanto, los ciudadanos adoptan nuevas tecnologías, desde aplicaciones de movilidad hasta plataformas para el teletrabajo o la formación online, adaptándose a un mundo hiperconectado.
En contraposición, la gestión política en Jaén avanza a un ritmo desesperadamente lento. Ejemplos como el tranvía, que tras años de debates y retrasos sigue sin ser una realidad plena, o el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), son un reflejo de cómo las decisiones políticas se convierten en un lastre para el desarrollo. La falta de infraestructuras modernas, como autopistas eléctricas que permitan una mejor gestión de la energía, o soluciones eficaces para la movilidad, evidencia una desconexión entre los responsables públicos y las necesidades reales de la población. La burocracia y los intereses partidistas agravan esta situación. Las propuestas se dilatan en el tiempo, los proyectos quedan encallados en trámites interminables y las inversiones necesarias para transformar la provincia se pierden en un mar de promesas incumplidas. Mientras tanto, los ciudadanos y las empresas deben sortear estas limitaciones con ingenio y adaptación, avanzando pese a las barreras estructurales.
Esta disparidad entre el ritmo de la sociedad y el de la administración pública tiene un impacto tangible. La falta de conectividad eficiente, ya sea en infraestructuras físicas o digitales, limita las oportunidades de crecimiento económico y social. Las grandes empresas que buscan expandirse o atraer talento se enfrentan obstáculos que podrían evitarse con una planificación y ejecución más ágil por parte de los órganos de gobierno.
En un mundo tan cambiante donde la rapidez y la eficiencia son claves para competir, Jaén corre el riesgo peligroso de quedarse atrás. Mientras las herramientas tecnológicas permiten a las empresas locales alcanzar mercados globales y optimizar sus procesos, la falta de soporte institucional las condena a operar en un entorno menos favorable que el de otras regiones mejor gestionadas.
No todo está perdido. La solución pasa por un cambio profundo en la gestión política. Es fundamental reducir la burocracia, priorizar los proyectos que realmente impactan en la calidad de vida de los ciudadanos y adoptar una visión más pragmática y menos partidista.
Es necesario que los responsables públicos se inspiren en la capacidad de adaptación y la innovación del sector privado.
La Jaén de las dos velocidades no puede permitirse seguir en esta dinámica ningún instante más. Si queremos construir una provincia altamente competitiva, moderna y con oportunidades para todos, es imprescindible que la gestión política acelere su ritmo. Solamente así podremos cerrar la brecha entre el impulso innovador de la sociedad y la parálisis institucional que tanto nos perjudica. Es la hora de que ambos ritmos converjan, porque el futuro de Jaén no puede esperar.