Dos aplausos, Andalucía
Desde la atalaya que nos dan los años, tengo la sensación de que el Día de Andalucía celebrado recientemente ha perdido parafernalia de himnos y banderas. Tal vez vamos reuniendo el hartazgo a tanta exacerbación nacionalista con la idea de que más que esa vistosidad importa recordarnos que, unidos en un compromiso de mejora cada uno en su actividad y terruño, es como podemos engrandecernos y progresar todos juntos. Asumido esto, quiero destacar con mi aplauso dos hechos de mi realidad andaluza más cercana. Uno ya ha tenido el reconocimiento general con la Bandera de Andalucía que se le ha concedido este año, en el que celebra su décimo aniversario. Se trata del Festival Música en Segura con su creador y director Daniel Broncano al frente. Un modelo de cómo con ideas e ilusión se puede vivificar una zona depauperada aunando dos objetivos: el acercamiento de la música y la cultura a gente sin posibilidades en ese sentido y el desarrollo turístico no solo del pintoresco pueblo serrano sino de toda la zona por su efecto de arrastre y apertura a entornos próximos. Apertura que podría seguir expandiéndose a otros pueblos con gran atractivo paisajístico e histórico. En fin, un ejemplo a seguir para que la Sierra de Segura, tan alejada y tan deprimida siga avanzando y detenga la sangría demográfica. Mi otro aplauso con igual fuerza aunque no haya recibido premio, todavía, es para la Escuela de Danza Conchita Álamos de Úbeda. En su particular celebración del Día de Andalucía pude comprobar su valor que iba más allá del arte con que se desempeñaron bailarinas, desde benjamines a jubiladas, pasando por auténticas virtuosas de la danza, en una escenografía variopinta de bailes clásicos y autóctonos. Lo que me emocionó fue ver en el escenario a chicas con distinto grado de discapacidad hilvanando pasos a imitación de su profesora María Jesús Gómez, que con su sonrisa, su gracia y su valentía las iba guiando. Qué importaba la coordinación cuando con sus risas o su gesto serio se estaban sintiendo igualmente protagonistas. Qué emotivo verlas evolucionar entre niñas, jóvenes y mayores, ayudadas, corregidas, animadas o besadas por ellas. Qué gran ejemplo de inclusión e integración, María Jesús. Meritorio, sí señor.